Aquel certamen era como el queso artesanal, el hecho a mano a partir de experticia campesina y recetas ancestrales. Era un producto original que hablaba de la satisfacción y del esmero de sus ignotos productores para que su sabor, aunque complejo, asà como su forma caprichosa y olor singular que solo el tiempo le daba, cautivara la pupila, el paladar y la mente del lejano y desprevenido consumidor al abrir las hojas que contenÃa tal literario manjar y que, al interiorizarlo, además del disfrute a plenitud que le producÃa, le ponÃa alas a su imaginación.
¡Disculpen la interrupción! No figuro en la lista de invitados. PermÃtanme, por favor, decir unas palabras.
Familia y amigos, necesito pedirles en este instante sublime que intentemos dejar de lado aquellas circunstancias del ayer que marcaron el sendero de nuestras bifurcadas vidas. Les ruego que escuchen con devoción y humana comprensión estas frases que, inevitable y atropelladamente… ¡a borbotones!, manan de mi compungido corazón de papá. De este padre que asiste sin invitación a la boda de su por siempre idolatrado hijo.
HACE POCO TIEMPO CAROLINA aprendió a leer. Ahora, Carolina colecciona palabras. Palabras y mosquitos. Sus preferidas son las esdrújulas sin aspavientos. En cuanto a los mosquitos, aun no lo sabe, puesto que todavÃa no atrapa uno...