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Sunday, December 22, 2024

¿Qué lleva a un hombre a vivir en la calle?

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Esmeralda Garcia Avilahttp://www.amazon.com/author/esmeralda
Esmeralda Garcia-Avila, nació en la Ciudad de México, actualmente reside en Chicago, Illinois. Trabajadora Social, actualmente cursando una licenciatura en psicología en San Agustin College en Chicago. Ha escrito una novela titulada "El niño" y dos cuentos para niños "La pequeña estrella" y "Pelitos la hormiga" disponibles en Inglés y español.Ella se define como una amante de las letras, que deja volar su imaginación y plasmar con palabras, lo que le dicen las estrellas y esos instantes que dejan huella en su corazón.

Entre la calle Kedzie y Pulaski. Reflexione al ver a un enigmático personaje. ¿Quién es más miserable, el vagabundo que pide limosna? o aquel que mendiga que alguien lo ame? ¿Algún día el amor y la muerte no van a doler tanto? y ¿porque no podemos ver a Dios lo que oramos tanto?.

El sol es su amigo, la calle su destino y las estrellas su confidente y abrigo. Andrajoso sin rumbo fijo, con ese peculiar olor, muy parecido al fétido olor de un huevo podrido. Se avergüenza al ver lo que se ha convertido, maldice la vida, sus decisiones, su familia y aquellos que al verlo perdido. Olvidaron su nombre y apellido.

Camina encorvado con el estómago vacío, sin zapatos, ni ropa para el calor o frío. Va de norte a sur, de este hasta el occidente. Porque ahí los ocasos son mágicos y la miseria no duele tanto.

Sufren el rechazo de la sociedad, carencia de servicios, aunados a la tristeza y vergüenza de aceptarse el mismo.

Sus ojos color cielo, siempre miran el suelo. Sus labios carmesí dejaron de sonreír. Vestido con harapos, desaliñada melena, es un muñeco maltrecho que vive por vivir.

Dicen las malas lenguas que guarda un puñal en el bolsillo. Y que los dias sin estrellas, las drogas son su mejor amigo.

En una sociedad egoísta, que poco a poco va perdiendo los valores, que juzga y muchas veces te niega segundas oportunidades. Descubrí que yo también soy un mendigo, porque olvidé amarme a mi mismo. Porque me he conformado con migajas de amor, y atención de aquellos que nunca han querido aceptarme. Por aniquilar mi voz, por sonreír cuando sufro por dentro y por decir te amo, cuando no lo siento. Solo por recibir unos minutos de tiempo y cariño más frío que una noche de crudo invierno.

¿Quién es más mendigo? ¿El que vive en la calle, o yo que finjo tener buenas amigos? Este vagabundo no sabe de redes sociales, no sufre del mal de “likes o me gusta” en redes sociales, no tiene ataques de ansiedad por no tener celular, ni por despertar solo en su cama. No necesita aparentar que está bien y no le falta nada.

Tanto él como yo, encontramos en la calle lo que nos hace feliz. Solo que él llama a la calle casa, y yo aparento tener un hogar feliz. Él viste con harapos y yo con abrigo de mink. El bebe y se droga en las calles, mientras yo en lugares “chic”. Él se dejó caer al suelo, se olvidó sus sueños. Mientras yo cubro mis inseguridades con trivialidades y mis equivocaciones, aun no me llevan al suelo.

En un mundo de lobos vestidos de ovejas, lleno de personas que con fotografías sus buenas obras confiesan. Afirme que soy un mendigo, que se oculta tras de un traje de lino y un auto deportivo. Cuando realmente soy un pobre infeliz con el corazón lastimado y herido. Quien embriagandose busca olvidar el rechazo de su padre y encontrar el amor que nunca ha sentido.

Photo by Matteo Vistocco on Unsplash

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