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Friday, January 31, 2025

Realismo mágico y nostalgia social

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Chaguaní del alma

Wilson Rogelio Encisohttp://wrenciso.com
Chaguaní, Colombia (4/15-julio-1958). Laboró con el Estado colombiano (1978-2015) y ejerció la docencia universitaria entre 1986 y 2012. Obras publicadas: La iluminada muerte de Marco Aurelio Mancipe, 2016, novela. Con derrotero incierto, 2017, novela. Enfermos del alma, 2018, novela. El frío del olvido, 2019, novela. Amé en silencio, y en silencio muero, 2017, compilación de narraciones románticas. Matarratón, 2021, novela El valle de las apariciones – Novela Coral, 2022, novela Berenice, una mujer feliz, 2022, novela. Sin afán ni olvido, 2023, novela. Historias guardadas, 2023, novela. ENTROPÍA, 2024, novela. Canto Planetario – Hermandad en la Tierra, 2023, compilación, participante. Relatos subcontinentales imperfectos, 2024, compilación de historias cortas. Relatos y cuentos en Revista Latina NC y otros medios en España, Estados Unidos y América Latina. Gestor de la iniciativa literaria: Una novela para cada escuela. Premios literarios: IV y V Premio Mundial “César Vallejo”, modalidad de literatura, 2023 y 2024; International Latino Book Awards, en la categoría Mejor Novela de Ficción en Español, por la novela 'La iluminada muerte de Marco Aurelio Mancipe', Los Ángeles, California, 2019, 2do lugar; Séptimo Premio de MICRORRELATOS REVISTA GUKA 2019 y Mención especial en MICRORRELATOS REVISTA GUKA 2020, Buenos Aires, Argentina.

Realismo mágico y nostalgia social

constantes en la literatura universal

El realismo mágico podría tener diversidad de conceptos como cruces de caminos y riscos puede uno toparse en las montañas de la literatura universal, con mayor razón cuando se camina con alpargatas raídas o hasta descalzo.

En mi opinión de empírico en estas agudas lides creo que el realismo mágico es el producto de la transfiguración literaria que el autor hace al describir el ambiguo comportamiento de las personas en los complejos entornos sociales que habita, frecuenta o imagina y de donde extrae o inventa a sus personajes inmortales.

La transfiguración literaria es la técnica usada por el escritor para hacer que alguien, o algo, cambie de figura, de aspecto o de contexto hasta mimetizarse en la ficción, sin perder por completo su esencia. De esa manera lúdica le deja al lector la responsabilidad de acomodar, según su imaginario y concepciones, el paisaje social (la realidad) que el autor a propósito varió por alguna razón que solo él sabrá, tal vez.

Para develar lo que hay detrás de los personajes y escenarios literarios transfigurados el lector tendrá que acudir a su ingenio y capacidad interpretativa. Debe mantener un diálogo fluido y privado con el autor a través de sus creaciones. Entonces, podrá traerlas y asociarlas con su vida, con su contexto, con su realidad. De esa forma, quizá, hasta pueda que encuentre algunas explicaciones refundidas, confusas o vedadas que solo ahí hallará o tendrán pleno sentido.

El escritor usa la transfiguración por algunas circunstancias, “hechos sociales”, como diría Émile Durkheim, propias del momento e inherentes a la génesis del chispazo literario. En particular, las de índole político, religioso, cultural, económico, moral, militar… tan pintorescas, olorosas e ignominiosas en la América subcontinental desde hace casi un siglo y, en Colombia, específicamente, al menos desde la época de la masacre de las bananeras y, más reciente, las de las sombrías escombreras aquellas.

Veamos, de la pluma de Isabel Allende, en “La casa de los espíritus”, un ejemplo de esto:

“Para el vuelo llevaba, además, su brújula, un catalejo y unos extraños mapas de navegación aérea que él mismo había trazado basándose en las teorías de Leonardo da Vinci y en los conocimientos australes de los incas. Contra toda lógica, al segundo intento el pájaro se elevó sin contratiempos y hasta con cierta elegancia, entre los crujidos de su esqueleto y los estertores de su motor. Subió aleteando y se perdió entre las nubes, despedido por una fanfarria de aplausos… Clara siguió mirando el cielo hasta mucho después que su tío se hizo invisible… Después de tres días, la euforia provocada por el primer vuelo de aeroplano en el país se desvaneció y nadie volvió a acordarse del episodio, excepto Clara, que oteaba incansablemente las alturas”.

El escritor acude a la transfiguración, en principio, como producto de su efervescente pensamiento, siempre impactado por algo, por lo general, un hecho o un golpe social que atrapa y que, al caer en su cedazo interpretativo-creativo-innovador convierte en una obra literaria.

Ese autor, por gigante o minúsculo que sea, es antes que nada un ser humano. Por lo que a veces querrá denunciar, vengarse o enaltecer algo, o a alguien. Pese a esto, sabe que necesita comer, que requiere un techo, trabajo, reconocimiento y, sobre todo, seguir ileso o al menos con vida. Razón por la cual le pone más o menos filtros a la transfiguración que haga de los hechos que inmortalizará. Le echa mano, en consecuencia, al instintivo mecanismo humano de defensa, con el pertinente desplazamiento literario, cada vez que un hecho social (de la realidad) lo conmueve, por lo que de inmediato acude a sus armas predilectas para captarlo e inmortalizarlo: el lápiz y el papel (ahora el procesador).

La cruda realidad social que impactó al escritor, al volcarse en letras sobre el papel o en las membranas digitales del procesador, no siempre es copia idéntica de su original. El autor entiende, o le toca entender, que el hecho original puede o debe ser narrado con más o menos color, con más o menos dolor, con más o menos rencor, con más o menos beligerancia, con más o menos impelida obediencia… Es ahí cuando la transfiguración literaria se hace presente para que las manos del genio, con la magia de la gramática, maquille y filtre esa realidad social, según las imperantes “circunstancias de tiempo, modo y lugar”, como dicen los jurisconsultos.

Permítanme, por favor, precisarlo con este fragmento de “La hojarasca”, en mi opinión, la obra cumbre de don Gabriel García Márquez, sin que esto demerite lo inmarcesible en todas las que salieron de su sinigual pluma universal:

“Allí vinieron, confundidos con la hojarasca humana, arrastrados por su impetuosa fuerza, los desperdicios de los almacenes, de los hospitales, de los salones de diversión, de las plantas eléctricas; desperdicios de mujeres solas y de hombres que amarraban la mula en un horcón del hotel, trayendo como único equipaje, un baúl de madera o un atadillo de ropa, y a los pocos meses tenían casa propia, dos concubinas y el título militar que les quedaron debiendo por haber llegado tarde a la guerra”.

¡Esto es realismo mágico! La historia colombiana… qué digo colombiana, ¡del mundo! en los últimos cien años, y más, mimetizada en un párrafo.

De alguna manera queda despachado casi el cincuenta por ciento del título de esta plática: “Realismo mágico y nostalgia social”. Me imagino que se estarán preguntando: ¿Qué hay con lo de la nostalgia social? Además, ¿en qué y cómo se relaciona esta con el realismo mágico?, si es que se relacionan.

Realismo mágico y nostalgia social, dos conceptos esculpidos en pocas palabras. Las dos primeras, concepto inicial, abordadas aquí como la habilidad del escritor para transfigurar literaria y gramaticalmente la realidad según las circunstancias sociales.

Circunstancias que constituyen nostalgia social, desasosiego colectivo, desesperanza crónica, maniatada rabia, cuando están plagadas, cual indisoluble fragua, de realidad con sortilegios; de infundidos afanes con miedos y esperanzas insípidas; de tristezas con fandangos y anodinos espectáculos; de desigualdad con pobreza extrema de una mayoría y riqueza atorrante de una minoría; de moralidad con corrupción y política; de falsedad con engaño y perdón; de crueldad con dulzura; de amor con traición, canto, folklor y poesía; de religión con pecado, miedo y salvajismo; de subdesarrollo con inseguridad, malicia, inmunidad e impunidad… y, todo a la vez, pero nada a la vez.

¡Influjo de la nostalgia social en la literatura universal!

Veamos otros fragmentos inherentes:

“También los ricos, si querían seguir siendo ricos, debían aliarse con el jefe, venderle parte de sus empresas o comprarle parte de las suyas y contribuir de este modo a su grandeza y poderío… el Chivo había quitado a los hombres el atributo sagrado que les concedió Dios: el libre albedrío…”
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“Solo le resistió la mirada unos segundos. Cerró los ojos, quería dormir. O morir. No importaba. Oyó dos o tres veces la pregunta: << ¿Balaguer? ¿Balaguer también?>>. No respondió ni abrió los ojos. Tampoco lo hizo cuando el vivísimo ardor en el lóbulo de la oreja derecha lo hizo encogerse. El coronel le había apagado el cigarrillo y ahora lo retorcía y deshacía en el pabellón de su oreja”.

Realismo mágico y nostalgia socialconstantes en la literatura universal
Realismo mágico y nostalgia social
constantes en la literatura universal

Frases que Mario Vargas Llosa plasmó, con el pincel del realismo mágico, impactado por la nostalgia social dominicana que imperó por más de treinta años durante la medianía del siglo XX, en una de sus fabulosas obras: “La Fiesta del Chivo”.

Veamos algo de Neruda, la voz de mi conciencia poética, en “Confieso que he vivido”:

“Por aquellos tiempos, cuando aún no existían los <> en el mundo, el hotel Nederlanden era insólito. Tenía un gran cuerpo central, destinado al comedor y a las oficinas.
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…separados entre sí por pequeños jardines y árboles poderosos. En sus altas copas vivían infinidad de pájaros, ardillas membranosas que volaban de un ramaje a otro e insectos que chirriaban como en la selva…
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Aquí sí había consulado de Chile…
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Alguien… me condujo a la oficina del director, un holandés colorado y voluminoso. No tenía estampa de gerente de empresa naviera, sino de cargador de puerto.
Soy el nuevo cónsul de Chile –me presenté-…
¡Aquí no hay más cónsul que yo! –contestó furibundo.
¿Cómo es eso?
Comiencen por pagarme lo que me deben –gritó”.

Realismo mágico y nostalgia socialconstantes en la literatura universal
Realismo mágico y nostalgia social
constantes en la literatura universal

La historia económica, política y social de Chile, capturada en versos y frases nerudianas, antes y después de Allende, sí que están plagadas de realismo mágico y nostalgia social, tan vigentes, no solo allá, también, acá y más allá.

Ahora, Juan Rulfo:

“Después de trastumbar los cerros, bajamos cada vez más. Habíamos dejado el aire caliente allá arriba y nos íbamos hundiendo en el puro calor sin aire. Todo parecía estar como en espera de algo.
Hace calor aquí –dije.
Sí, y esto no es nada –me contestó el otro-. Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su cobija.
¿Conoce usted a Pedro Páramo? –le pregunté.
Me atreví a hacerlo porque vi en sus ojos una gota de confianza.
¿Quién es? – Volví a preguntar.
Un rencor vivo – me contestó él.
Y dio un pajuelazo contra los burros, sin necesidad, ya que los burros iban mucho más delante de nosotros, encarrerados por la bajada”.

Acaso, historias como las dibujadas por Rulfo en esta obra, y en otras más, en estos hechos sociales narrados, en estos parajes y vivencias rurales pintadas con letras, que aún ululan y ulularán por largo rato en México y en casi todo el mundo subcontinental del pujante y magenta siglo XXI, ¿no destilan ese color y sabor mágico-realista inmerso en la nostalgia social de sus protagonistas?

Ahora permítanme traer algunos fragmentos de una novela editada y publicada en 2015 por Pukiyari Editores:

Realismo mágico y nostalgia socialconstantes en la literatura universal
Realismo mágico y nostalgia social
constantes en la literatura universal

“El inmundo y letal brebaje, “recetado” al inicio del proceso de “limpieza” por el Iluminado Indio Guarerá… utilizaba como insumos principales los entresijos crudos de los cerdos…”
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“…Marco Aurelio estaba seguro de lo que había visto y, desde luego, no iba a desistir; menos, cuando una de las cosas que en esos días le contó, con reiterada ansiedad, su asesor espiritual, era lo relacionado con un posible y poderoso entierro maléfico en alguna de sus propiedades; quizá en la que él más quería, razón por la cual sus enemigos habrían intentado invadirla con demoniacas y letales energías, buscando afectarlo de muerte, para, una vez él quedara fuera del camino, usurparle sus preciadas propiedades.”
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“Tres días después, y en presencia de sus dos hijas, Marco Aurelio Mancipe murió víctima de la disentería, en concomitancia con un descomunal quiste de amebas que le estranguló el cerebro. Falleció mientras balbuceaba maldiciones contra el Indio Guarerá, contra un tal Profesor y Maestro Luz de Esperanza, contra su guía espiritual, un tal Abelardo Ramírez González, y contra su abogado, el doctor Germán Villarte Lopera, y, desde luego, culpando de su letal enfermedad, al ya renombrado brebaje: El Guare Guareta”.

“Realismo mágico y costumbrismo viven en La iluminada muerte de Marco Aurelio Mancipe”, manifestó Ani Palacios Mc Bride presidenta de Pukiyari Editores al referirse a esta obra.

Sobre esta novela la docente colombiana de literatura Beatriz Criollo, conmovida durante su lectura, expresó que eran tan reales sus escenas, que cuando leyó que a Marco Aurelio le hacían tomar esos pútridos bebedizos para enfermarlo y despojarlo de sus haciendas, además de la impotente rabia que la embargaba por tal infamia (nostalgia social), ella creía sentir en su boca el horrendo sabor del menjunje y en su estómago los efectos de este, como retorcijones. Ineludible afectación, pues historias de despojos y desarraigos como los allí narrados, en Colombia fueron pan de cada día durante el siglo XX y comienzos del XXI, ¡y aún lo son y lo seguirán siendo!

Realismo mágico es la transfiguración de la realidad mediante el pincel de la gramática. Nostalgia social, concebida como la expresión escrita de la ambigua conducta del hombre para causarle daño a sus congéneres, a su entorno y a sí mismo. Dos conceptos que de alguna literaria manera encuentro inmersos, mezclados, en Cantar de Mio Cid, pasando por La Odisea, Almas muertas, El Quijote, El idiota, Crimen y castigo, El mercader de Venecia, Los miserables, Ivanhoe, El moro, Cien años de soledad, El viejo y el mar, Love Story, en el Ensayo sobre la ceguera, en Desgracia, en Martes de Infamia y otros días fatales, en 99 amaneceres, en El frío del olvido y en todas las obras que tengan por eje central al impreciso ser humano, preñado de encontradas pasiones y oscuros sentimientos que intenta a toda costa ocultar, esconder, no mostrar. Encontradas pasiones, nostalgia social, que gobiernan, con inocultable y afrentosa evidencia, cada uno de los trastabillados y consuetudinarios actos del ser humano, materia prima en la literatura universal.

Entonces, en mi opinión no certificada, con independencia y sumo respeto con la opinión de los expertos: en tanto el autor, por cualquier motivo, transfigure así sea con una miga de ilusión la realidad que lo impactó para crear su historia, esta le pertenece al realismo mágico y, en tanto el tema tenga que ver con las encontradas pasiones humanas, esta se trata de una obra inmersa en la nostalgia social.

Si me preguntan que: ¿En “El misántropo” hay trazas de realismo mágico y si su perfume social es el de la nostalgia?, mi respuesta en ambos casos es afirmativa.
Miremos tal mezcla:

“ALCESTE. – Pero ¿qué? Todo cuanto digáis es inútil. ¿Qué podéis alegar? ¿Tendríais acaso el desparpajo de querer justificar, ante mis propias barbas, los horrores y vilezas que vemos cometer a cada paso?
FILINTO. – No; estoy de acuerdo con vos. Todo se mueve con intrigas y no hay otras leyes que las del interés y del egoísmo. Es cierto que hoy día solo triunfa la maldad y la hipocresía, y que los hombres deberían comportarse de otra manera. Pero ¿creéis que esa lamentable falta de equidad justifica plenamente que queráis alejaros, por completo, de ellos? Todos esos vicios o defectos humanos nos proporcionan, precisamente, la oportunidad de poner en práctica nuestra filosofía. No creo que exista mejor medio de ejercer nuestras virtudes, ya que si la probidad fuese la norma y todos los humanos fuesen sinceros, justos y generosos, la mayoría de nuestras virtudes no tendrían ocasión de mostrarse, ya que precisamente deben servirnos para saber soportar la maldad y la injusticia ajenas”.

Realismo mágico y nostalgia socialconstantes en la literatura universal
Realismo mágico y nostalgia social
constantes en la literatura universal

Es evidente, en esta obra, como en todas las de Moliere, hay críticas mordaces a la sociedad cortesana de entonces, así como a sus costumbres y excesos, desde luego, de manera transfigurada y con la ineludible y supurante nostalgia social en cada frase.
Realismo mágico y nostalgia social, constantes en la literatura universal. Conceptos que, aunque en la pantalla algo se alcancen a percibir gracias a los esfuerzos y argucias de los profesionales de las artes audiovisuales, solo las retinas de los lectores juiciosos podrán captar con fidelidad y asimilar a plenitud gozosa la mágica esencia que el autor incrustó en sus letras, con las cuales no solo los lleva en las alas de la nada al submundo creado por él, también, establece con cada uno un diálogo personal, etéreo e intransferible donde y cuando quiera sea leído.

Gracias.

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