Impresión artística del Tupandactylus navigans. Cortesía: Victor Beccari.
Victor Beccari, investigador de la Universidad de São Paulo, encabezó el estudio de uno de los ejemplares más completos de Tupandactylus navigans, un fósil encontrado gracias a una redada policial en Brasil.
Por: Laura Puentes
Parece historia de ficción: una investigación paleontológica comenzó gracias a que unos policías decomisaron más de 3 mil fósiles. Sin embargo, sucedió.
Fue en el estado de Ceará, al noreste de Brasil, en la Formación Crato en la cuenca de Araripe. Pero esta no fue la mayor sorpresa, sino el hallazgo de un ejemplar completo del Tupandactylus navigans, una especie de reptil volador del Cretácico, que vivió hace aproximadamente entre 145 y 66 millones de años.
Para Victor Beccari, investigador de la Universidad de São Paulo y uno de los autores del estudio del fósil publicado en PLOS ONE, esta interesante, divertida y desafiante experiencia comenzó en 2016, cuando cursaba su segundo año de pregrado en ciencias biológicas en dicha institución. “El fósil llegó a la universidad un año antes, pero tuvo que ser catalogado primero”, recuerda el paleontólogo.
Pero fue mucho antes, en 2013, cuando se dio el hallazgo gracias a una redada de la policía brasileña contra el tráfico ilegal de lo fósiles, una problemática que está presente a nivel mundial. En esa ocasión llegaron a incautar más de 3.000 especímenes, entre ellos, el ejemplar prácticamente intacto de un pterosaurio, un antiguo reptil alado. Muchos de ellos provenientes de la cuenca de Araripe.
En este lugar se han encontrado numerosos fósiles excepcionalmente conservados, en su mayoría de peces e insectos, “pero también de plantas, dinosaurios, pterosaurios y otros animales que vivieron en Brasil durante el Cretácico Inferior, hace unos 115 millones de años”, explica Beccari.
“Desafortunadamente, nunca he estado en la cuenca de Araripe. Está bastante lejos (a casi 3000 km) de São Paulo, donde he crecido. Y dado que este fósil fue descubierto por una redada policial, no sabemos exactamente quién lo encontró, cuándo, ni el lugar exacto donde se recolectó”, ahonda el investigador.
Un ejemplar peculiar
La falta de información por no haber participado del hallazgo impacta en no tener la certeza de si el espécimen de Tupandactylus navigans que encontraron es un adulto o no. Por ahora saben que es un pterosaurio de tamaño mediano, pero podría ser un animal de gran tamaño, con más de 2.5 m de envergadura, por lo que siguen analizando el fósil. Se cree que se alimentaba casi como lo hacen los loros hoy en día, con frutas, semillas y piñas, es decir, que era herbívoro.
Pero tenía algunas peculiaridades que el equipo de trabajo comenzó a notar: “Las proporciones eran extrañas. Tenía un cuello más largo de lo esperado y una cresta en la cabeza extremadamente alta”, comenta Beccari. Se cree que esa enorme cresta la usaba como el pavo real usa su cola.
Por otro lado, aunque tenía suficientes músculos para volar, la hipótesis es que tenía algunos problemas para hacerlo en distancias largas. “Después de haber hecho una tomografía del espécimen, quedó claro que tiene todas las adaptaciones para volar, pero aun así probablemente estaría restringido a distancias más cortas. Planeamos probar esta hipótesis en el futuro”, añadió el investigador Victor.
Por ahora, los 3,000 fósiles se encuentran resguardados en el Instituto de Geociencias de la Universidad de São Paulo. Pero en algún momento pueden regresar a la región noreste de Brasil.
Algunos de estos fósiles se exhiben en una exposición abierta y gratuita en el Museu de Geociências de la Universidad de São Paulo, incluido el Tupandactylus navigans. “Afortunadamente, tuve un gran equipo para ayudarme con mi trabajo”, concluye Beccari.