Aquel certamen era como el queso artesanal, el hecho a mano a partir de experticia campesina y recetas ancestrales. Era un producto original que hablaba de la satisfacción y del esmero de sus ignotos productores para que su sabor, aunque complejo, así como su forma caprichosa y olor singular que solo el tiempo le daba, cautivara la pupila, el paladar y la mente del lejano y desprevenido consumidor al abrir las hojas que contenía tal literario manjar y que, al interiorizarlo, además del disfrute a plenitud que le producía, le ponía alas a su imaginación.
Relato literariamente ajustado que me contó mi compañero y amigo Eliberto Gerena, q.e.p.d. Otras tantas situaciones de su vida, para nada fácil, Viajan insertas en algunas novelas que por ahí ululan.
Ahora, cuando veo y me siento en esta cómoda poltrona, similar a una que tengo en la sala de mi apartamento en La Colina y a las de otras tantas de varios compañeros de aquella alborotada muchachada del 78, año aquel cuando nos conocimos, me lleno de más motivos, me convenzo y enorgullezco de la obra que cada uno de nosotros, a nuestra manera, de la nada, erigimos a lo largo de estos cuarenta y tantos años, ¡mi hermano del alma!
Era un atol que se embarraba a unos papeles y unos papeles a los que se les pegaba un aserrín y que, ya arrugados, se volvían montañas. Eran una piedritas blancas que eran caminos y cuencas de ríos. Era un espejo que era lago donde se sentaba un cisne más grande que él. Era un musgo que recorría las orillas y a su paso escondía las macetas. Eran unas macetas escondidas que eran bosques y selvas y naturaleza esplendorosa.
Todos los días a las 6:40 a.m. se encuentran en el mismo lugar, ¡sin falta! Tras besarse y abrazarse con para nada disimulada pasión y enchipado amor se sientan en la celestina banca de duro cemento bajo la sombra concupiscente de un altivo y viejo pino que custodia, nadie sabe desde cuándo, aquel pequeño parque de barrio popular.
Si bien no todos podemos convertirnos en genios musicales, la realidad es que la enseñanza musical a temprana edad aporta beneficios cognitivos para el desarrollo de nuestros hijos.
En medio del infierno, las llamas devoraban las almas de los impuros, de aquellos que en la tierra dañaron a otros. Desde mi perspectiva el paisaje era hermoso, los gritos de aquellas almas eran un sonido grandioso con aroma a justicia, lástima que las victimas de sus maldades no pudieran ver que su mundo era injusto pero el mío era implacable.
Es un libro pequeño de bolsillo que guarda en sus páginas la grandeza que solo los corazones y el amor pueden atesorar. Cuento: La niña que creía en la Navidad
Una de las historias de amor más impresionante del siglo pasado fue la de Rubén Darío (1867/1916) y Francisca Sánchez del Pozo (1879/1963). El amor de ellos fue un amor genuino desde el primer instante, mutuamente quedaron hipnotizados, ella era analfabeta y él ya era un bardo de renombre internacional, el amor venció los innumerables estereotipos de ese entonces.
Las Posadas Navideñas han tejido un hilo cultural que une a México y a varios países de Latinoamérica en una celebración única. Esta entrañable tradición, que se mantiene viva con el paso de los años, encuentra sus raíces en las costumbres religiosas y las expresiones comunitarias.