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Raleigh
jueves, diciembre 7, 2023

Poetas del Mundo

Morfeo indigesto

Se levantó con el cuerpo lleno de escamas y tejidos cartilaginosos. No podía respirar… Saltó de la cama al piso. No cesaba de contonearse por todo el suelo. El ritmo cardiaco se aceleraba. Las escamas se confundían con el suelo. No entendía qué sucedía con su organismo...

Enjambre

Soy devota de ese instante de tu voz… sisea un canto de sirena en mi piel remota de luz Farola anunciante de tinieblas o centelleos de explanadas por brotar...

Andanzas

Refúgiate en las andanzas de mi piel Serás acogido como tierra floresta o campo por espigar Rociaremos vendavales de gemidos desconocidos por nuestros cuerpos hasta alcanzar la conjugación perfecta de tu voz

Ciénagas salitrosas

veto tu necedad sobre el ocaso de la lujuria la piel escamosa surca el néctar del olvido sucumbe en el camino desbordado por la pasión siente

Tiempo muerto

Tiempo muerto Visité la penuria de tu piel en la desembocadura de mi apetito Acerqué mi almizcle a tu esfera Tus ojos rebosaron las ansias por recorrer desposeer consumir desconocer Encontraste en mi pupila la fuerza de tu desvelo

Anarquía

El silencio de los recuerdos deshoja el calendario días años décadas revolotean en tu corriente sanguínea a fuerza de olvido a ritmo perpetuo pasas la película infecunda del perdón reavivas la llama del adiós mora en tu ánima carcome tus cenizas surca tu sombra Soplos trasnochados crujen en la verdad del olvido (desamor abrigado cielo...

El vuelo de las golondrinas desde El silencio del olvido

Cuando era pequeña, tendida sobre la hierba, contemplaba el vuelo de las golondrinas… Me quedaba extasiada con la configuración del vuelo, la estampa entre las ramas de los árboles y la aventura del revoloteo. Mi padre se acercaba y me susurraba al oído: “el vuelo de las golondrinas está en tu cabeza”. Esta imagen la retomé la primera vez que mi padre desapareció de la casa… Recorrimos nuestro campo de Carolina, buscando su rastro. Encontramos su vehículo estacionado en un paraje abandonado y lo encontramos a él desorientado. Reconoció a mi madre y comenzó a llorar… Rememoré el vuelo de las golondrinas y emprendimos nuestra historia con la enfermedad de Alzheimer…

Llamarada

esa mujer desangra amor por las venas clausuradas de odio y olvido lucha contra su piel ajada clava su llanto en un manto de silencio hoy mañana hoy mañana reverbera la desidia de un pueblo amurallado

Quietud y encierro

“Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclina las frentes hacia el suelo”. Federico García Lorca

Guayaba

Guayaba- Mayra R. Encarnación Muerdo Sí, muerdo a bocanadas de embeleso Viajo a la semilla del bosque idílico (olor a retoño) Turbidez de sensaciones a vuelo lento (olor a viento)
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