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Raleigh
viernes, diciembre 1, 2023

Mayra Encarnacion

Morfeo indigesto

Se levantó con el cuerpo lleno de escamas y tejidos cartilaginosos. No podía respirar… Saltó de la cama al piso. No cesaba de contonearse por todo el suelo. El ritmo cardiaco se aceleraba. Las escamas se confundían con el suelo. No entendía qué sucedía con su organismo...

Enjambre

Soy devota de ese instante de tu voz… sisea un canto de sirena en mi piel remota de luz Farola anunciante de tinieblas o centelleos de explanadas por brotar...

Andanzas

Refúgiate en las andanzas de mi piel Serás acogido como tierra floresta o campo por espigar Rociaremos vendavales de gemidos desconocidos por nuestros cuerpos hasta alcanzar la conjugación perfecta de tu voz

Ciénagas salitrosas

veto tu necedad sobre el ocaso de la lujuria la piel escamosa surca el néctar del olvido sucumbe en el camino desbordado por la pasión siente

Tiempo muerto

Tiempo muerto Visité la penuria de tu piel en la desembocadura de mi apetito Acerqué mi almizcle a tu esfera Tus ojos rebosaron las ansias por recorrer desposeer consumir desconocer Encontraste en mi pupila la fuerza de tu desvelo

Anarquía

El silencio de los recuerdos deshoja el calendario días años décadas revolotean en tu corriente sanguínea a fuerza de olvido a ritmo perpetuo pasas la película infecunda del perdón reavivas la llama del adiós mora en tu ánima carcome tus cenizas surca tu sombra Soplos trasnochados crujen en la verdad del olvido (desamor abrigado cielo...

El vuelo de las golondrinas desde El silencio del olvido

Cuando era pequeña, tendida sobre la hierba, contemplaba el vuelo de las golondrinas… Me quedaba extasiada con la configuración del vuelo, la estampa entre las ramas de los árboles y la aventura del revoloteo. Mi padre se acercaba y me susurraba al oído: “el vuelo de las golondrinas está en tu cabeza”. Esta imagen la retomé la primera vez que mi padre desapareció de la casa… Recorrimos nuestro campo de Carolina, buscando su rastro. Encontramos su vehículo estacionado en un paraje abandonado y lo encontramos a él desorientado. Reconoció a mi madre y comenzó a llorar… Rememoré el vuelo de las golondrinas y emprendimos nuestra historia con la enfermedad de Alzheimer…

Llamarada

esa mujer desangra amor por las venas clausuradas de odio y olvido lucha contra su piel ajada clava su llanto en un manto de silencio hoy mañana hoy mañana reverbera la desidia de un pueblo amurallado

Quietud y encierro

“Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclina las frentes hacia el suelo”. Federico García Lorca

Llueve o el lugar donde anida la poesía

La Poesía es el decir de la desocultación del ente. El lenguaje en este caso es el acontecimiento de aquel decir en el que nace históricamente el mundo de un pueblo y la tierra se conserva como lo oculto. El decir proyectante es aquel que, en la preparación de lo decible, al mismo tiempo, trae al mundo lo indecible como tal.
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Tienes que leerlo

Casi noventa resoluciones

Cuando por fin nos encontramos en aquel Café Valdez y comenzamos a degustar, él su primer tinto americano y yo un late aderezado con canela molida, soltó sin mayores filtros esta historia, entre otras tanta que atesora y trae guardadas desde el orto del convulso s. XXI, allá en los inexpugnables calabozos de su memoria. Historia que, desde luego, por seguridad nacional y personal de aquel egregio exfuncionario, también, de mi pellejo, hice objeto del pincel de la transfiguración literaria subcontinental para compartirla con ustedes y las futuras generaciones lectoras, de haberlas...
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