A pesar de las vicisitudes, las penas o alegrías que a todos nos atañen en algún momento del cotidiano vivir; aunque alguna vez hayamos sentido flaquear nuestro espíritu ante la pérdida de un ser querido, la sensación de que un proyecto se derrumba abruptamente; es esta fecha tan especial, de anhelada y blanca Navidad, cuando miramos al futuro con ilusión y esperanza; Proyectamos nuestro anhelo por un año diferente, positivo, de crecimiento y realización en diferentes áreas. Quizá hasta vemos al futuro como una cálida alborada que nos ayudará a resurgir y trascender.
Lo importante es que reflexionemos y tomemos conciencia que la navidad tiene un significado especial, más profundo que los regalos, las luces o la avalancha del consumismo comercial. Que es una época de amor y unión familiar; La representación del inmenso regalo de salvación que otorga Dios a la humanidad a través de su hijo Jesús.
Ojalá que en este tiempo tan especial no destaquen las apariencias, el egoísmo, la indiferencia y la crueldad; más bien que se refleje el amor, la empatía, la equidad y justicia.
Que seamos más auténticos, reales, positivos y solidarios, más humanos.
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