Hay poemas que valen todo un libro o, mejor dicho, hay poemas que son como libros totales y completos, que encierran las circunstancias y las palabras de la obra y construyen la experiencia y la vida misma de su autora, convirtiendo al texto y a su creadora en un solo ser.
No quiere llover… y ya ha llovido tanto. La tierra es un cuerpo de lluvia, vital, sonoro de imágenes y palabras. Creo que las palabras abren ventanitas a canciones tristes, no sé, algún mimbre que la nostalgia deja pegado al corazón, alguna señal de acoso contra la luz, algo de soledad, algo de elegía, quizá, algo tan profundo como dos cuerpos abrazados bajo un gran aguacero.
La cantautora colombiana Marta Gómez nació en 1978 en Girardot y pasó su infancia en Cali, donde descubrió muy temprano su amor por la música y conoció a sus primeros grandes maestros, esos seductores de la sensibilidad y la razón. Posteriormente, en Bogotá, formó la banda Eiti-Leda y al finalizar su bachiller, ganó una beca para estudiar en Berklee College of Music en Boston, de donde se graduó con honores. Hoy, goza de una trayectoria discográfica de más de 20 años con cientos de canciones, incontables colaboraciones y varias nominaciones y premios internacionales significativos; como, por ejemplo, el Grammy Latino, en el 2014 por el “Mejor disco infantil del año" titulado “Coloreando”, o el premio a la mejor composición inspirada en un texto latinoamericano (“Paula” de Isabel Allende), otorgado por el SIBL Project de Estados Unidos, por su canción Paula ausente.
Amigos lectores, soy Tania Anaid Ramos González, AZULA, y les comparto la grata noticia de que ha sido publicado mi segundo poemario Llueve (octubre, 2021) por la prestigiosa casa editora de Lima, Perú, Ediciones Kuelap. Me ilusiona, grandemente, compartirles el hermoso prólogo que ha escrito el poeta, novelista, ensayista y catedrático puertorriqueño el doctor Félix Córdova Iturregui. Es una joya literaria y una gran provocación a la lectura del libro. Espero que lo disfruten.
La Poesía es el decir de la desocultación del ente. El lenguaje en este caso es el acontecimiento de aquel decir en el que nace históricamente el mundo de un pueblo y la tierra se conserva como lo oculto. El decir proyectante es aquel que, en la preparación de lo decible, al mismo tiempo, trae al mundo lo indecible como tal.
Cuando por fin nos encontramos en aquel Café Valdez y comenzamos a degustar, él su primer tinto americano y yo un late aderezado con canela molida, soltó sin mayores filtros esta historia, entre otras tanta que atesora y trae guardadas desde el orto del convulso s. XXI, allá en los inexpugnables calabozos de su memoria.
Historia que, desde luego, por seguridad nacional y personal de aquel egregio exfuncionario, también, de mi pellejo, hice objeto del pincel de la transfiguración literaria subcontinental para compartirla con ustedes y las futuras generaciones lectoras, de haberlas...