La edad, esos años que no pasan hasta que tu hija llega a la adolescencia y te das cuenta de que tu versión mejorada ha ocupado tu lugar en una sociedad que solo venera la juventud.
Qué razón tenía mi padre cuando decía que los años nos perdonan, ni la juventud es eterna. Hoy me siento inútil y vieja, aclaró que no es a causa de la artritis que me paraliza las piernas, ni tampoco por mis espejuelos con la graduación similar al fondo de botellas.
“Todos tenemos un llamado pero no todos lo pueden escuchar”, ¿Quieres descubrir el tuyo? Espera mas audios semanales de “Paternidad con Fe” en Revista Latina NC.