Sonriente y saboreando un café, con la mirada dulce, casi infantil y esa postura jovial, auténtica que le conocemos por su programa El Rollo de Fili, ahí estaba el paisano ilustre que durante sus cuarenta años de trabajo fotografió y nos mostró la otra Colombia con su historia, geografía, cultura e infinidad de pueblos y personajes como Gabriel García Márquez, Fanny Mike, Plinio Apuleyo Mendoza, Obregón, Botero, Shakira, Salvo Basilie, Gloria Valencia de Castaño, presidentes, políticos, empresarios… también, a Donald Trump y a otros tantos que fueron portada de algunas de las revistas con mayor circulación nacional o que hacen parte de sus siete libros publicados, fuera de los que están en proceso de edición y difusión.
Me pasó cuando llegué a la capital, al barrio Quiroga. Tenía 11 años. Mi tía Cecilia me mandó a comprar el pan a la esquina, a menos de dos cuadras de la casa. A mi primo Álvaro, un poco mayor que yo, le gustaba hacer los mandados porque la ventera siempre le daba vendaje.
Solemos considerarnos justos en la valoración que damos moralmente hacia
los demás, pero nuestra mirada no es la misma cuando observamos a un niño
o a un anciano; con el niño normalmente se nos dibuja una sonrisa en el rostro
llena de ternura, sin embargo, con el anciano, se nos arruga el entrecejo, a
veces sentimos lástima, otras, preocupaciones, y otras, desagrado hacia su
actitud, entonces pensamos “cuando llegue a mayor no voy a ser igual” pero al
final todos somos igual, ¿sabéis por qué? Pues porque el niño aún no conoce
la crueldad de la gente, no sabe a qué mundo se debe enfrentar, no conoce
aún el egoísmo y la lucha del más fuerte...
El Hombre de Mayor Edad (HME), del doble de la su Joven Amigo Virtual (JAV), con nadie más hablaba de aquellos temas… o, tal vez, ¡ninguno le paraba bolas! —Ni siquiera los trato con los integrantes de mi familia, siempre atareados, por ende, sin tiempo para cruzar palabras, excepto para uno que otro favor… los cuales hago rápido y lo mejor posible para volver a mi escribidera —resopló HME al otro lado del celular.
Otra vez este novelista colombiano sorprende con una nueva obra publicada, además de las entregas sorpresivas de sus novelas alrededor del mundo, a lo cual nos tiene acostumbrados y lo evidencia en: ‘Una novela para cada escuela’, iniciativa plausible y que ojalá otros imitaran o lo apoyaran. Esta vez el turno fue para ‘Historias guardadas’. Novela de ficción social subcontinental que destapa, usando el pincel de la transfiguración literaria, figura de su creación, la vida política, social, cultural y económica de todo un país, hoy por hoy, cualquiera sobre la faz del globo terrestre, cada día más en ebullición y ‘contagiados de nostalgia social’, como suele citar este autor.
Hay algo que quiero complementarle, hermano, antes de iniciar con lo mío. Es en relación con lo que usted dijo en alguno de sus relatos anteriores. No solo el tiempo es, hoy por hoy, nuestro mayor y más caro activo. Tal vez, igual de valiosas, quizá más, son nuestras experiencias. Así como la infinidad de aportes que en silencio le hemos hecho a este bello país… y en la alborotada época cuando lo hicimos: último cuarto del siglo XX y primera década del XXI.
Relato literariamente ajustado que me contó mi compañero y amigo Eliberto Gerena, q.e.p.d. Otras tantas situaciones de su vida, para nada fácil, Viajan insertas en algunas novelas que por ahí ululan.
Ahora, cuando veo y me siento en esta cómoda poltrona, similar a una que tengo en la sala de mi apartamento en La Colina y a las de otras tantas de varios compañeros de aquella alborotada muchachada del 78, año aquel cuando nos conocimos, me lleno de más motivos, me convenzo y enorgullezco de la obra que cada uno de nosotros, a nuestra manera, de la nada, erigimos a lo largo de estos cuarenta y tantos años, ¡mi hermano del alma!
Berenice, una mujer feliz
El escritor colombiano Wilson Rogelio Enciso, columnista de la Revista Latina NC, nos premió para dar la primicia de la publicación y lanzamiento a nivel internacional de su octava obra, séptima novela: ‘Berenice, una mujer feliz’.
Para...
Todos los días a las 6:40 a.m. se encuentran en el mismo lugar, ¡sin falta! Tras besarse y abrazarse con para nada disimulada pasión y enchipado amor se sientan en la celestina banca de duro cemento bajo la sombra concupiscente de un altivo y viejo pino que custodia, nadie sabe desde cuándo, aquel pequeño parque de barrio popular.
El campamento de verano de Latin American School ofrece una experiencia inmersiva donde los estudiantes pueden involucrarse profundamente con las culturas de América Latina. Al apoyar becas, los donantes permiten a los estudiantes explorar el rico tapiz de tradiciones, idiomas e historias, ayudándolos a convertirse en ciudadanos globales en un mundo cada vez más interconectado.