Con su mirada perdida en lontananza, cuando iban adonde la enclaustraron al dejarles de ser Ćŗtil y volverse Ā«un perequeā¦ ademĆ”s, Ā”costoso!Ā», como pensaban sin decirlo, paliaba el dolor de haber sido buena persona y, al llegar a vieja, confiar en todos, sobre todo en ellos: sus hijos...