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Tuesday, January 7, 2025
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escritor colombiano

Casi noventa resoluciones

Cuando por fin nos encontramos en aquel CafĆ© Valdez y comenzamos a degustar, Ć©l su primer tinto americano y yo un late aderezado con canela molida, soltĆ³ sin mayores filtros esta historia, entre otras tanta que atesora y trae guardadas desde el orto del convulso s. XXI, allĆ” en los inexpugnables calabozos de su memoria. Historia que, desde luego, por seguridad nacional y personal de aquel egregio exfuncionario, tambiĆ©n, de mi pellejo, hice objeto del pincel de la transfiguraciĆ³n literaria subcontinental para compartirla con ustedes y las futuras generaciones lectoras, de haberlas...

La papa que nos comemos

Con eso del cambio climĆ”tico, la contaminaciĆ³n ambiental, asĆ­ como para evitar en cualquier momento otro periodo infernal de cuarentena encerrado entre cuatro paredes en un conglomerado residencial, y una vez la pandemia pareciĆ³ dar tregua, decidĆ­ buscar un cuadro de tierra en un pueblo algo cerca de la capital para construir una cabaƱa e irme a vivir allĆ” de manera alternativa. La idea no era desconectarme del todo de la vida citadina, por lo del trabajo y los asuntos mĆ©dicos y asistenciales que en el campo suelen ser restringidos, complejos, cuando no inexistentes en algunos casos. Por lo que para estos y otros menesteres es imperioso el vĆ­nculo y la cercanĆ­a con la urbe.

El queso

Aquel certamen era como el queso artesanal, el hecho a mano a partir de experticia campesina y recetas ancestrales. Era un producto original que hablaba de la satisfacciĆ³n y del esmero de sus ignotos productores para que su sabor, aunque complejo, asĆ­ como su forma caprichosa y olor singular que solo el tiempo le daba, cautivara la pupila, el paladar y la mente del lejano y desprevenido consumidor al abrir las hojas que contenĆ­a tal literario manjar y que, al interiorizarlo, ademĆ”s del disfrute a plenitud que le producĆ­a, le ponĆ­a alas a su imaginaciĆ³n.

Cuando se nos casa un hijo

Ā”Disculpen la interrupciĆ³n! No figuro en la lista de invitados. PermĆ­tanme, por favor, decir unas palabras. Familia y amigos, necesito pedirles en este instante sublime que intentemos dejar de lado aquellas circunstancias del ayer que marcaron el sendero de nuestras bifurcadas vidas. Les ruego que escuchen con devociĆ³n y humana comprensiĆ³n estas frases que, inevitable y atropelladamenteā€¦ Ā”a borbotones!, manan de mi compungido corazĆ³n de papĆ”. De este padre que asiste sin invitaciĆ³n a la boda de su por siempre idolatrado hijo.

Cuando la cultura sensibiliza, forma y educa

La cultura es la organizaciĆ³n social del sentido, y la sensibilidad social para evolucionar en lo que conocemos como sociedad. La cultura engloba muchas ramas, mĆŗsica, literatura, mundo audiovisual y otras diferentes ramas.

La sombra del encino

Imposible saber con precisiĆ³n si la situaciĆ³n inverosĆ­mil que viviĆ³ Hortensia del Perpetuo Socorro SĆ”nchez GarcĆ­a en SantafĆ© durante aquel periodo obligado de vacaciones hubiese sido igual o al menos parecido en cualquiera otra parte del mundo. Como le ocurriĆ³ esa vez a donde la llevaron su mente atafagada y ā€˜pasos cansados de luchar por nadaā€™, como en privado se recriminaba y fustigaba el alma.

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