Cómo olvidar, Chaguanà del alma, ese inconfundible y exquisito sabor a mango maduro… esos de color entre amarillo amanecer y naranja de arrebol que colgaban, insinuantes y provocativos, de las ramas sobre la polvorienta carretera; allá, entre los cafetales de Corinto, camino a Las Sardinas… Fruta tentadora que cogerla, morderla, devorarla y correr para que Campo ElÃas Rivera no nos echara los perros era una aventura imposible de evitar, en ese entonces de lúdica e inquieta niñez, añorada hoy, cuando el atardecer aminora el paso y ahoga el aliento.
Hola, mi querido joven amigo virtual de letras (JAV); además, gestor y protagonista de una historia que involucra a cerca de trescientos artistas de los cinco continentes, en casi ciento diez paÃses y más de setenta idiomas. Novela que pronto será noticiada… ¡eso espero!