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Sunday, June 1, 2025
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escritor colombiano

La carrera 2 bis

En sus respectivos hogares y en casas diferentes pero vecinas, durante toda la vida, desde niños, Adalberto y Eleonora vivieron en esa empinada y sesgada vía corta de una cuadra larga. Cuando lotearon la inmensa finca Bello Horizonte, por sus vistas privilegiadas en ese entonces, y la convirtieron en el barrio popular donde sus primeros habitantes fueron trabajadores de la Empresa Capital de Servicios de Aseo, por ahí bajaba un impetuoso arroyo que en invierno lo inundaba todo y amenazaba la estabilidad de las cimentaciones, las vías y la megaempresa ladrillera, pocas cuadras abajo.

¡DEJEN QUIETO EL MAPA, SEĂ‘ORES!

Una vez mĂ¡s la ambiciĂ³n desaforada, ¡sin fondo!, de unos pocos que lo tienen todo, sin que ni siquiera el todo les sea suficiente, desarropa una de las tres mayores ferocidades humanas: su proclividad marginal individual autodestructiva.

Gobierno del cambio desde la tribuna de gorriones

Mi preferencia por el equipo albirrojo se dio por variables casuales y ambiguas circunstancias sociales propias de aquel entonces. CorrĂ­a el amanecer de los años setenta y reciĂ©n habĂ­a llegado de mi pueblo del alma en calidad de desplazado social. EntiĂ©ndase esta expresiĂ³n como la visiĂ³n que mi madre tuvo en cuenta para evitarnos que nosotros, sus hijos, siguiĂ©semos las sendas que ella y la abuela enfrentaron, con carencias y dificultades socioeconĂ³micas por doquiera...

La brisa del este

Sentado en la banca del parque, como lo hizo a su lado al ennoviarse y hasta ir envejeciendo, Misael Mauricio miraba por sobre unos...

ChaguanĂ­ del alma

CĂ³mo olvidar, ChaguanĂ­ del alma, ese inconfundible y exquisito sabor a mango maduro… esos de color entre amarillo amanecer y naranja de arrebol que colgaban, insinuantes y provocativos, de las ramas sobre la polvorienta carretera; allĂ¡, entre los cafetales de Corinto, camino a Las Sardinas… Fruta tentadora que cogerla, morderla, devorarla y correr para que Campo ElĂ­as Rivera no nos echara los perros era una aventura imposible de evitar, en ese entonces de lĂºdica e inquieta niñez, añorada hoy, cuando el atardecer aminora el paso y ahoga el aliento.

Jota, el gato

¡Les dirĂ© por quĂ© ahora me dicen que valgo un poco mĂ¡s que una vaca normanda preñada! Para entrar en contexto es preciso que sepan algo de la historia de mi vida, al menos la que recuerdo… o quiero recordar. Todo comenzĂ³ cuando el humano ‘me rescatĂ³â€™ de aquel charco al que allĂ¡ le dicen piscina. Como solĂ­a hacer, ese dĂ­a fui a tomar algo de agua. De un momento a otro me alzĂ³ y llevĂ³ hacia un carro que minutos despuĂ©s emprendiĂ³ viaje hacia la gran y frĂ­a ciudad, lejos de donde se quedaron mamĂ¡ y mis hermanos.

La emboscada

Me unĂ­ al grupo de paisanos que viajarĂ­an de vacaciones a ese lugar por los comentarios que uno de ellos solĂ­a hacer. Él conocĂ­a la capital, algunos de sus lugares interesantes y sus alrededores, asĂ­ como otros tantos destinos turĂ­sticos de aquel paĂ­s suramericano que siempre me llamĂ³ la atenciĂ³n por lo que solĂ­a escuchar de Ă©l.

En un dĂ­a del padre … A mitad de un junio

CafeterĂ­a ½ Luna CafĂ©, en Florencia 68, JuĂ¡rez. Es un expendio sencillo, pequeño y que invita a la añoranza. Atendido por un gentil lugareño quien estuvo dispuesto a: —No mĂ¡s digan y ahorita mismo les preparo sus cafĂ©s con leche a la colombiana; los pueden acompañar con la torta que prefieran...

VĂ­a Alterna al ParaĂ­so 4×4

Para la celebraciĂ³n de nuestros cuarentaisĂ©is años de amistad escogimos la finca El Frutal, emprendimiento lĂºdico de propiedad de uno de nuestros compañeros y amigos: Eliseo Rivera y su gentil como hacendosa esposa señora Maritza, a quienes damos gracias por su recibimiento y hospitalidad.

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