Tenía que esperarte una hora, contando las sombras que pasaban a mi lado, analizando los rostros, diversificando semblantes. En la esquina del coyol y la cuajada, de los tricicleros hambrientos y de goma. Mientras una cantilena de clamor y de venta pretendía a cada instante invadir el espacio de los compradores y también de los ladrones que siempre al acecho de la presa buscaban realizar su gestión del día.
HACE POCO TIEMPO CAROLINA aprendió a leer. Ahora, Carolina colecciona palabras. Palabras y mosquitos. Sus preferidas son las esdrújulas sin aspavientos. En cuanto a los mosquitos, aun no lo sabe, puesto que todavía no atrapa uno...