La lectura del poemario póstumo de Sonia “Chiqui” Rosa Vélez, Golpe de agua, me tomó de la mano al hogar de la mujer puertorriqueña. Leyendo a Sonia, entré al cuarto donde estaba la cuna de su hijo, a la sala donde se refugiaba de las hostilidades del mundo exterior. También, entré al cuarto donde vivió sus últimos días asediada por el cáncer.