Nunca olvidaremos el año 2020. La llegada del coronavirus a todas partes del mundo resaltó muchos problemas que necesitaban ser confrontados. Aquí en los Estados Unidos, uno de los países con más recursos en el mundo, grandes desigualdades económicas y en salud, que ya existían, se magnificaron. Aunque el coronavirus no discriminó por raza o estatus socioeconómico, sus efectos devastaron desproporcionadamente a las comunidades de color en situaciones socioeconómicas vulnerables.
El estado de emergencia declarado a nivel nacional a partir de la COVID-19, generó políticas de salud pública que buscaban proteger a los ciudadanos ante la contingencia sanitaria. Entre las leyes se encontraba, la cobertura de Medicaid continua, que les garantizaba a aquellos beneficiarios de Medicaid, una cobertura sin interrupción, sin redeterminación anual en base a cambios en el núcleo familiar o en los ingresos.