Hace mucho tiempo que no venía a este lugar, donde tantos artistas y escritores debutamos, con nuestros primeros recitales y con la complicidad de los amantes de la cultura. Era un desfile interminable de personas que llenaban los pasillos. Murmullos, música, pisadas, un ir y venir, todos los días se intercambiaban los rostros en un marasmo de sensaciones. Hoy es otra cosa, la soledad reina por los cuatro costados. Algunos cuadros que aún permanecen en las paredes descuidadas, convergen con el tímido movimiento de las plantas del pequeño jardín. Silencio, mucho silencio y de vez en cuando una ínfima racha de viento misteriosa que eriza la piel. Las tres mesas de hierro pintadas de azul, son los únicos vestigios de cultura que permanecen en la sombra.
Los petates son símbolo de resiliencia y fortaleza. Han sido utilizados por personas que han enfrentado muchos desafíos y continúan siendo utilizados por personas que luchan por sobrevivir. El petate es un recordatorio de que incluso en los momentos más difíciles, siempre hay esperanza.