Refúgiate en las andanzas de mi piel
Serás acogido como tierra floresta
o campo por espigar
Rociaremos vendavales
de gemidos desconocidos
por nuestros cuerpos
hasta alcanzar la conjugación perfecta
de tu voz
El silencio de los recuerdos
deshoja el calendario
días
años
décadas
revolotean en tu corriente sanguínea
a fuerza de olvido
a ritmo perpetuo
pasas la película infecunda del perdón
reavivas la llama del adiós
mora en tu ánima
carcome tus cenizas
surca tu sombra
Soplos trasnochados crujen
en la verdad del olvido
(desamor abrigado
cielo...
Cuando era pequeña, tendida sobre la hierba, contemplaba el vuelo de las golondrinas… Me quedaba extasiada con la configuración del vuelo, la estampa entre las ramas de los árboles y la aventura del revoloteo. Mi padre se acercaba y me susurraba al oído: “el vuelo de las golondrinas está en tu cabeza”.
Esta imagen la retomé la primera vez que mi padre desapareció de la casa… Recorrimos nuestro campo de Carolina, buscando su rastro. Encontramos su vehículo estacionado en un paraje abandonado y lo encontramos a él desorientado. Reconoció a mi madre y comenzó a llorar…
Rememoré el vuelo de las golondrinas y emprendimos nuestra historia con la enfermedad de Alzheimer…
esa mujer desangra amor
por las venas clausuradas de odio y olvido
lucha contra su piel ajada
clava su llanto en un manto de silencio
hoy
mañana
hoy
mañana
reverbera la desidia de un pueblo amurallado
Guayaba- Mayra R. Encarnación
Muerdo
Sí, muerdo a bocanadas de embeleso
Viajo a la semilla del bosque idílico
(olor a retoño)
Turbidez de sensaciones a vuelo lento
(olor a viento)
Soy desde el útero progenitor…
sangre de mi sangre
llama que flagela el vacío de las tempestades
hoguera desafiante de raíces patriarcales
viento de lluvia para sucumbir en el volcán de la duda
Somos esas mujeres hijas del caracol ancestral que mana leche y miel. Somos esas criaturas que envenenan sus entrañas como acto de exorcismo o purificación
(mirada firme) estirpe en erupción
a Antonia Jiménez, tu pupila visita mi infancia, despierta el centro de mi hoguera, ceñida a tu paso de abrojos, hierbabuena y azucenas, espíritus y rituales...
Las Posadas Navideñas han tejido un hilo cultural que une a México y a varios países de Latinoamérica en una celebración única. Esta entrañable tradición, que se mantiene viva con el paso de los años, encuentra sus raíces en las costumbres religiosas y las expresiones comunitarias.