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viernes, diciembre 1, 2023

El niño

Mis emociones

Me dieron medicamento, supuestamente para que aprenda a controlar mis emociones y sentimientos. Una hora de terapia para analizar mis conceptos. Y por decisión personal. Me inscribí a un taller para sanar a mi niño interno, espacio donde me enseñan a canalizar la energía y a entender el origen de mis pensamientos...

¿Por qué dejé de ser niño?

Con añoro recuerdo esos momentos de risa incontrolable que me ocasionaban dolor de estómago. Yo creí que el tiempo marchaba lento. Pero la realidad es que a mi infancia se le terminó el tiempo, y con su partida arrastró personas queridas y sueños...

Quiero palabras que brotan del corazón…

Quiero palabras que brotan del corazón…Deja de hablar tonterías por amor de Dios. No. No es mi periodo ni otro amor, tampoco es brujería. Mejor hablemos claro y déjame decirte, que fueron tus mentiras y tu falta de empatía lo que dio punto final a esta relación.

Rosita

Soy cautivo de mi libertad, sobre mis hombros llevo el peso de traumas, temores, y recelos. De aquellos que por sus errores, culpan inocentes, desgarran ilusiones, y se hacen víctimas de sus malas decisiones.

Traté de explicarlo pero…

Hay momentos que las palabras, sentimientos y acciones, no fluyen cómo uno quisiera desearlo. Es la primera vez que mis palabras se han esfumado, y mis sentidos se han avivado.

Cinco minutos de tiempo

Cinco minutos de tiempo, dicen los expertos, es lo que necesita el cuerpo para descansar y seguir corriendo tras el tiempo.

Pelitos La Hormiga

En Hormigalandia, la tierra de las hormigas. Vivía una hormiguita diferente a las demás, sus dos pelos en la cabeza y sus miles de sueños por realizar, lo convirtieron en la burla de la ciudad.

Esmeralda Garcia-Avila

Esmeralda Garcia-Avila, nació en la Ciudad de México, actualmente reside en Chicago, Illinois. Trabajadora Social, actualmente cursando una licenciatura en psicología en San Agustin College en Chicago.
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Tienes que leerlo

Casi noventa resoluciones

Cuando por fin nos encontramos en aquel Café Valdez y comenzamos a degustar, él su primer tinto americano y yo un late aderezado con canela molida, soltó sin mayores filtros esta historia, entre otras tanta que atesora y trae guardadas desde el orto del convulso s. XXI, allá en los inexpugnables calabozos de su memoria. Historia que, desde luego, por seguridad nacional y personal de aquel egregio exfuncionario, también, de mi pellejo, hice objeto del pincel de la transfiguración literaria subcontinental para compartirla con ustedes y las futuras generaciones lectoras, de haberlas...
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