Marcelo era el niño más pequeño del barrio. Tan negrito que brillaba como un tizón cuando se exponía al sol. Era tan negrito que sus amiguitos le apodaban el diablito; con su chorcito remendado y descalzo corría en las calles de El Coyolar todos los días en las tardes. Después que llegaba de la escuela se unía a los demás chavalos para jugar chibolas, La perra corrida, Doña Ana no está aquí, La lepra y, sobre todo, a la bola de hule. Incansable el cipote. Y los demás, molestándolo.
CorazoNadas es un libro de minificciones en el que el protagonista es aquel órgano latente que tenemos en el pecho. El que se parte en dos ante la tristeza o la desilusión; el que brinca emocionado con una buena noticia; el que ha sido inspiración de tantas frases, poemas y libros. CorazoNadas habla por supuesto, del corazón.
Escribir microrrelatos resulta ser un arte difícil pues no todos tienen la capacidad de, en algo tan breve, poder contar una historia, no todas las minificciones son, en palabras del poeta y dramaturgo francés, Jean Cocteau, “miniaturas gigantes”. La dificultad de escribir historias tan cortas reside en poder cautivar al lector con tan solo un par de palabras y hacerlo sentir algo. CorazoNadas lo logra.