El magisterio, como carrera de vida, es ante todo una vocación. Hay que tener no tan solo el conocimiento y la sabiduría, sino la suficiente madurez y el amor como para renovar diaria y anualmente los “votos” con los estudiantes. El Maestro, con mayúscula, es el altruista por excelencia. Mantenerse incólume ante el desgaste de los tiempos y las vicisitudes administrativas del sistema educativo en todos los niveles no es tarea fácil.
Y la lluvia goteará sembrada de la sangre de un ser humano que fue creado desde las Raíces de su campo de cantera hasta la Tierra Prometida.
Y el sol mira al mundo eterno del espíritu que respira, una raíz de lluvia, de un ser humano.