Cuando arribó a la pequeña casa de interés social donde vivían Carmelo y sus padres, la expectación, el asombro y el temor se esparció como polvareda en el fraccionamiento, sin embargo pudo más la curiosidad y al poco tiempo el médico llevaba un séquito de curiosos vecinos que desde una prudente distancia seguían sus pesados pasos sobre la calle.
El insólito doctor Cabrera
Por: Rosario Martínez.
El doctor se acicaló, era sumamente vanidoso y pagado de sí mismo. Partió un abate lenguas para usarlo como pica dientes. Sacudió de su bata hasta hacía unos minutos impecablemente blanca unas migajas del pollo frito que acababa de devorar, era todo lo que quedaba de su para él, frugal comida.
DENTRO Y FUERA
Por Rosario Martínez
Dentro:
Gemidos de angustia y crujir de dientes,
lloran a sus muertos, que se llevó el mal:
¡Invisible, peligroso, cruel y letal!
Hoy se cuentan por miles todos los dolientes.
Tengo miedo, la calle está sola y silenciosa luego de tanto bullicio. Los niños iban disfrazados como vampiros, brujas, monstruos y personajes de películas de terror, es noche de Halloween, un festejo un tanto macabro, pero divertido.
Mona abrió los ojos, una calidez desconocida la inundaba. La luz filtrándose a través de las cortinas cerradas era tan tenue que a las claras indicaba que aún no amanecía del todo. Ni siquiera los pájaros de por sí madrugadores iniciaban el día, pero ella anhelaba vivirlo completamente, no dejar escapar ni un sólo instante de esa memorable ocasión...
Amanecía el verano. El viento rizaba con ráfagas enérgicas la bandera y el sol la teñía con sus más radiantes tonos. El águila audaz sacudió las alas, giró a un lado y otro la orgullosa cabeza, entornó los ojos y atisbó la inmensidad del horizonte...
El muchacho corre con su sombra al lado. Sus pies descalzos se incendian con la arena del desierto, juega a las carreras con las lagartijas. Quiere llegar hasta su columpio. Es mediodía y se dirige al cementerio de autos, el calor del paisaje lo descubre solitario y lo aísla, el mundo es todo suyo...