«¡Podéis ir en paz!», dijo finalmente el cura Jesús, despidiéndose de los feligreses. La iglesia el Nuevo Rosario volvió a su antigua condición de silencio, incienso de sándalo y oscuridad.
El cura Jesús tenía cinco años de ejercer el sacerdocio y sus últimos años como seminarista, los llevó a cabo en el extranjero. Al terminar sus estudios religiosos, solicitó a sus superiores el traslado a su pueblo, donde se necesitaba un cura que rogara por las almas de los vivos y de los muertos.