– ¿Qué no desean saber quién asesinó esta noche a su padre?
La pregunta los dejó pasmados y fue Sofía quien rompió la tensión del momento al preguntar con incredulidad
– ¿Lo saben ya? ¿Tan rápido? ¡Eso no puede ser posible!
– ¿Por qué no puede ser señora? Solo alguno de los presentes pudo dar el veneno al señor Joaquín Valladolid, y descontando a los empleados que no son sospechosos, al menos no los principales, solo quedan ustedes seis, así que les vamos a dar a conocer nuestra teoría de quien lo hizo –le contestó Ortega con seriedad.
–Debió estar en el vino –dijo Ortega. Bécquer asintió.
–Pero, ¿cómo llegó ahí? Juana dice que las mujeres no se le acercaron, el anciano no bebió ni comió nada antes de tomárselo, todos atestiguaron el momento en que Claudia sirvió las copas. La empleada dice que ella las lavó y secó un poco antes de que los invitados llegaran, siempre estuvieron a la vista, Pedro y las empleadas no entraron a la Biblioteca. Don Joaquín permaneció sentado en su lugar desde que su familia llegó.
Lucrecia reía a grandes carcajadas cargadas de desenfadada coquetería, era la única que permanecía en la presencia de Don Joaquín, momentos después se dirigió hacia la biblioteca para reunirse con los demás. Caminaba con desenvoltura meneando la cadera con provocación, consciente de la mirada del viejo, disfrutaba sabiéndose admirada...
Y la lluvia goteará sembrada de la sangre de un ser humano que fue creado desde las Raíces de su campo de cantera hasta la Tierra Prometida.
Y el sol mira al mundo eterno del espíritu que respira, una raíz de lluvia, de un ser humano.