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Antes de empezar un escrito, considero necesario activar un detonante que lance flechazos a la memoria, para luego ir categorizando y ubicando en un borrador; quizá primeramente, en forma aislada, como un proceso de ir tomando fotografías instantáneas al recuerdo, enlazarlas con las palabras precisas e ir dando forma y vida al texto que nace, esperando el cobijo que la mirada del lector pueda brindarle, para enseguida ir tomando forma, valores, conceptos y llegar hasta el lugar recóndito de su conciencia y emociones, que a su vez, van transformando las ideas presentadas al ir buscando similitudes de experiencias ante esas vivencias atrapadas en la narración.
Es de esta manera, según mi apreciación, como un texto cobra vida, resurgiendo de un contexto determinado al revivir momentos y circunstancias especiales, mismos que a la luz de una nueva óptica y discernimiento, se presentan ante el lector, vistiendo los mejores ropajes que el lenguaje puede brindar, cuando asiste a la fiesta universal de la comunicación.
Uno de los estruendos temáticos que hace explosión en el baúl de los recuerdos, es cuando nos remitimos a una celebración o fecha específica; en este caso, me permito hacer referencia al 15 de mayo, día seleccionado por Venustiano Carranza en 1917, para rendir homenaje al profesionista nombrado como educador, profesor, mentor o maestro.
La etimología de esta última palabra proviene del latín “Magis”, que significa más. Una persona más experimentada en determinada disciplina y que está capacitada para compartir sus enseñanzas con los demás.
Desde mi perspectiva, considero necesario hacer un breve recorrido por la línea del tiempo.
La cuna de la civilización griega presenta a esos grandes maestros de la filosofía, quienes utilizaron algún método específico para compartir su discernimiento y apreciación de las cosas. Sócrates fue maestro de Platón y este de Aristóteles, una tríada de eruditos, cuyos conocimientos aún siguen vigentes y son motivo de análisis y cátedra.
Sócrates, aseguraba que la enseñanza se da biunívocamente entre alumno y maestro, pero este último es considerado como una luz, porque ayuda a vislumbrar la verdad. Su método era la “mayéutica” término que proviene de partera, porque decía que los alumnos debían de parir esos conocimientos que el maestro les compartía, además de consistir en la discusión de problemas con base a preguntas bien planteadas que permiten al que aprende, pensar y argumentar sus respuestas. Platón presenta a su maestro como un hombre al que se debe imitar, plantea que la primera condición de la verdadera enseñanza, nace de la personalidad de quien enseña. Aristóteles, por su parte, es considerado como el fundador de la lógica y padre de la biología, destaca en su obra las principales virtudes que el hombre debe desarrollar: Sabiduría, ciencia. Intuición, prudencia y el arte.
Jesús fue tan importante para la humanidad, que a partir de su nacimiento empieza una nueva era al contabilizar los años. Fue llamado “maestro” por sus discípulos, no solo por compartir su palabra y enseñanzas, sino que predicó con el ejemplo.
Dando un salto en la línea del tiempo llegamos hasta la época medieval, con la aparición de quien es considerado el padre de la pedagogía moderna “Juan Amos Comenio” Él resalta la idea de que la primera educación se recibe en el hogar. Él propuso un programa llamado “Pansofía” (educación universal) para hacer más accesible, dinámica y divertida la educación, centrándose no solo en la formación de la mente, sino en la instrucción moral y espiritual.
La pedagogía y la didáctica, son dos de las principales ciencias que una persona dedicada a la enseñanza debe conocer. Las primeras dos sílabas aluden a “paidos” que significa niño y (gogía), “tratado del niño”. Esta nace a mediados del siglo XIX y se afianza como ciencia a mediados del siglo XX. Estudia el proceso de educación y formación del ser humano durante las distintas etapas de su escolarización. Busca métodos y alternativas para solucionar los problemas de aprendizaje.
La didáctica, por su parte, es el arte y la ciencia de enseñar, primeramente, porque el maestro debe ser un artesano en el diseño, planeación y ejecución de su cátedra y ciencia, porque utiliza distintos métodos para alcanzar el objetivo deseado.
Esta breve introducción presenta un panorama del significado de ser maestro. Formación que ha tenido un largo camino desde su inserción en México, primeramente, podía ser educador quien sabía leer, escribir y dominaba las operaciones aritméticas básicas. Después, se convertía en capacitador quien hubiera cursado la educación primaria: Posteriormente, un requisito fundamental era tener la secundaria terminada, para ingresar a las escuelas normales y titularse como profesor. En 1984, se debía completar los estudios de bachillerato para obtener un título de licenciatura en educación. A partir de 1993, las reformas educativas se fueron presentando en cascada, exigiendo más profesionalización y capacitación a quienes nos dedicábamos a la enseñanza, se instituye el escalafón horizontal y nace “Carrera Magisterial”.
A partir de ese momento, las exigencias y desafíos han ido en aumento; la entrada de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) abrieron otras brechas en el intrincado camino de la enseñanza, nuevas herramientas y dispositivos, trayendo consigo retos de dominio y aprendizaje. El dar respuesta a los cambios vertiginosos como parte de un mundo globalizado; la inclusión a la diversidad, la implicación de padres y otros agentes en su desempeño, el desarrollo de competencias docentes no solo para ofrecer su mejor cátedra, sino como plataforma fundamental al ser evaluado para ingresar al sistema educativo, para promoción y promoverse en otros puestos, además para obtener un salario más digno.
El rol del docente es como un abanico en expansión, ha de orientar, guiar, acompañar, planear, rendir informes y resultados y estar en constante capacitación y profesionalización.
Es importante presentar varias aristas que permitan al lector ser copartícipe de esta evolución y desarrollo en la carrera docente, pero también, mostrar la otra cara de la moneda, esa que permite un brillo especial en mis ojos, memorias que me llevan a recrear tantos instantes vividos con más de treinta generaciones que pasaron por el toque de mi formación; llámese como maestra, subdirectora, directora o jefa de enseñanza, porque al final de cuentas, todos los esfuerzos de los agentes educativos apuntalan a un mismo objetivo: Incidir en la formación de esos alumnos, no solo a nivel intelectual, sino en su formación ciudadana, que les permita seguir transitando por los niveles subsecuentes de escolaridad y el obtener la resiliencia necesaria para enfrentar los retos que la vida presenta.
Los maestros, prestamos un servicio remunerado a la nación, a cambio obtenemos miles de recompensas; el cariño, la ovación, el reconocimiento de nuestra labor, el mirarnos en sus ojos, recrearnos en su crecimiento y desarrollo, contribuyendo de la mejor manera posible en la formación del ciudadano que los nuevos tiempos demandan.
Quiero hacer patente mi felicitación a todos los maestros que contribuyeron en mi camino de escolarización, desde que cursé el preescolar hasta el Doctorado en competencias docentes, cada uno de ellos, dejaron una huella profunda en mente y corazón, aprendí a través de su cátedra y ejemplos.
Un abrazo inmenso para mis compañeros maestros, con quienes tuve la suerte de coincidir en algún momento y espacio de nuestra vida profesional; por las memorias y sueños compartidos; por sortear uno y mil obstáculos en el camino, pero siempre con la mirada fija en el horizonte, en búsqueda de esa utopía educativa.
Una mención especial, para todos y cada uno, quienes tuvimos la suerte de culminar en tiempo y forma nuestra labor docente llegando hasta la jubilación y que hoy conformamos una nueva familia en el Sindicato de Jubilados y Pensionados, donde no hay rangos ni niveles distintivos, solo rostros sonrientes y agradecidos por haber concluido una etapa laboral en nuestra vida y poder gozar del fruto de muchos años de preparación y esfuerzo.
Gracias y felicitaciones desde lo más profundo de mi alma para todos los que ejercen esta noble labor, especialmente para mis hijos: Edgar, Yadira, Rubí y Alexandro, deseando que siga floreciendo ese amor, respeto y dedicación a la carrera en que se desempeñan.