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sábado, junio 10, 2023

Teresa Mascarenhas y la poesía del movimiento

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Pedro Alfonso Morales Ruiz
Pedro Alfonso Morales Ruiz
(Telica, León, Nicaragua: 13 de mayo de 1960): poeta, escritor, compositor y profesor de Lengua y Literatura con estudios en Literatura y Derecho en UNAN-León, Nicaragua. Ejerció la docencia durante 25 años y escribe desde los 15. Ha publicado 41 libros entre poesía, cuentos, novelas, ensayos, antologías, libros de textos y caligrafías.
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Teresa Mascarenhas y la poesía del movimiento

Pedro Alfonso Morales Ruiz

El poema propone la danza como tiempo y renovación del ser; la danza como lenguaje y misterio de los signos y las palabras para ganar nuevos sonidos y ritmos; la danza como el despertar de los sentidos a la vida; la danza, cuyo valor es la tierra, la naturaleza, la vida, el amor y la poesía…

Teresa Mascarenhas, poeta, escritora y letrista, parte del grupo Mo Anam Cara, nacida en la Línea de la Concepción, Cádiz, España, el 25 de noviembre, cursó estudios de Educación infantil y el año pasado publicó su libro Latidos (Editorial Círculo Rojo, 1ª edición, abril de 2022). La obra contiene 168 páginas, 72 poemas con diversos temas, prólogo de Oscar Fábrega, epígrafe de Antonio Machado y dedicatoria a su padre, cuyo nombre no aparece y a quien perdió a sus 13 años y a John Adam Mascarenhas, su esposo, músico y compositor como ella en Gibraltar.

El título del libro Latidos es muy sugestivo y simbólico, porque el latido (de latir: del lat. glattīre, dar ladridos agudos, según la RAE) es «cada uno de los golpes producidos por el movimiento alternativo de dilatación y contracción del corazón contra la pared del pecho»… En efecto, la poesía funciona como latido, porque es un latido dentro del espíritu que se abre como estética de la vida y las palabras… La poesía es emoción, como dice Borges, porque la poesía es movimiento y esencia del ser… Solo la poesía es capaz de movernos y emocionarnos…

Latidos son siete letras, cuyas 3 vocales, entrelazadas con 4 consonantes, nos dan la impresión de armonía de una palabra en abandono, pero por su significado y contexto poético y musical y el movimiento interior que produce como cinemateca y dinámica de la poesía, acierta como titular. La poesía es, entonces, como un sistema de referencia, cuyas ecuaciones del movimiento, determinarán la posición, la velocidad y la aceleración, incluso, la musicalidad, la movilidad y la poeticidad de las palabras que analizaremos en al menos uno de los poemas del libro.

¡DANZA!

¡Danza!

Equilibra
los movimientos del día,
¡renuévate!

Emerge de la noche,
¡sé flor!,
¡sé brisa!

¡Metaforiza!

Convulsiones,
ondas sensuales
que armonizan con el estallido
de tu piel.

Sumérgete profundo
con el despertar
del lenguaje,
de los signos,
del significado,
ecualiza los sonidos,
olas de espumas
que se esparcen
en los huecos de tus huesos.

¡Y danza!
¡Déjate llevar!

Alza los brazos
a lo más alto,
sé árbol
recorre su raíz,
¡sé savia!,
¡sé esencia!

¡Perfúmate!

¡Sé fragancia!,
¡sé olor!,
¡sé color!

¡Renace!

Renace
en la simplicidad,
en la armonía,
en el descanso.

¡Sé paz!

Los tiempos se evaporan,
solo la danza
y tú
llenan los infinitos.

¡Danza!

Inspira suave,
lento,
el sabor de la tierra,
de la naturaleza.

¡Espira!,
suelta lo contenido,
¡arroja!,
¡desata!
Todo vuelve a su lugar,
todo sentimiento
es libre,
¡libéralo!

Solo tienes que danzar
en equilibrio, en armonía.

¡Déjate llevar!
¡Eres danza!

¡Danza con la vida!,
con el día, con la flor,
con la tierra, con el sabor.

¡Danza!
Y es amor virginal.

¡Danza!,
y eres amor,
amor
en los ojos,
en la boca,
en las manos…

¡Danza!

El poema, ¡Danza!, ocupa la posición 4 entre 72 poemas del libro. Contiene 23 estrofas diversas de uno, dos, tres, cuatro, seis, ocho y nueve versos para sumar un total de 72 versos con dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho sílabas métricas sin rima ni métrica determinada.
Antes de seguir, debemos dilucidar una cosa que resulta engañosa para la perspectiva del poema y, sobre todo, para la visión de la poesía. Necesario es establecer la diferencia entre danza y baile, porque no es lo mismo ni significan igualdades ni son sinónimos.
Hay conceptos que no son tan certeros en la vida. Si se busca danza, define que «la danza o baile es un arte donde se utiliza el movimiento del cuerpo…», es decir, significan lo mismo. La danza es expresión artística, estricta y estructurada, mientras que el baile es libre y sin coreografía.

El poema es muy sugerente y la sugerencia es signo de buena poesía. En el poema se sugiere que la danza o la movilidad es generador de toda la vida y sus diversas manifestaciones. El poema puede dividirse en varios apartados para su adecuada comprensión:
El tiempo y la renovación del ser y la vida: versos 1-12
Desde la primera a la quinta estrofas, el sujeto lírico, usa una actitud lírica apostrófica en segunda persona a través de la cual, ejerce una invitación a la interactividad e interpela a quien lee o escucha el texto para que se convierta en parte activa de lo que la autora propone en su poesía.
La danza hace posible el equilibrio del tiempo y la renovación del ser. La danza ofrece un nuevo nacimiento, un renacer, desde la oscuridad como si fuera el nacimiento del universo: solo oscuridad y agua dicen los quichés; solo oscuridad y agua, dice Mileto en el origen.

¡Flor y brisa!, que es poesía de la ternura espiritual. Incluso, la danza y el movimiento, la filosofía de la dinámica, llega al extremo de la convulsión que es una contracción sin mucha voluntad, pues se convierte en violenta y patológica… Aquí, más bien, se refiere a la sensualidad y a las percepciones profundas a través del tacto o la piel.

El lenguaje y los signos como nacimiento de la identidad: versos 13-21
En la estrofa sexta, el hablante lírico, siempre en actitud apostrófica, invita a sumergirnos a través de la danza, es decir, por medio del movimiento y la movilidad que son formas del pensamiento en el lenguaje, ya como palabra, signo o idioma para descubrir significantes y significados. El «Sumérgete profundo / con el despertar / del lenguaje» se vincula con la renovación o el nacer de nuevo que propone en la segunda estrofa… El nuevo nacimiento o el renacimiento es primero con el lenguaje o las palabras o el idioma para cobrar identidad y autenticidad.

La mexicana, Rosario Herrera Guido, doctora en filosofía, escribe:
«El lenguaje es una marca, una cosa, un signo escrito, una “signatura”. Lo advierte Foucault: “En su forma primera, tal como fue dado por dios a los hombres, el lenguaje era un signo absolutamente cierto y transparente de las cosas, porque se les parecía». Además de lenguaje y signos, significantes y significados (representación mental e imagen acústica) la parte final de la estrofa introduce los sonidos que constituyen no solo un elemento poético, sino también musical que son dos pasiones de la autora en su vida existencial.

Aunque no es propiamente una poesía sonora o fónica en el sentido de la poesía de Jacobo Sureda, el «aia heyo / Tanódia la polima tal larela», hace hincapié en el sonido y su ecualización, cuyo término musical se refiere a ajustar el nivel de volumen a una frecuencia o rango de frecuencias.
Giovine, escribe: «La poesía sonora o fónica, denominada en inglés sound poetry o poesía del sonido, explora las posibilidades expresivas de los sonidos y articulaciones vocales, lo cual posibilita la dimensión sonora del lenguaje verbal. Este tipo de poesía fluctúa entre la música y la literatura, entre el habla y el canto, entre el ruido semántico y el sentido poético».

Los sentidos y sus manifestaciones del olor, el color y el gusto: versos 22-43
Desde la estrofa siete a la catorce, el yo lírico, sin variar la actitud lírica, invita de nuevo a danzar y dejarse llevar… Y este hecho poético es un acto de magia: levantar los brazos, mientras se danza, te convierte en árbol… «sé árbol / recorre su raíz, / ¡sé savia!, / ¡sé esencia!». Y esta conversión de ser en la naturaleza, se abre a los sentidos y sus diversas manifestaciones: el olor y el perfume y la fragancia; el color y sus diversos significados. Ahora nos invita a nacer de nuevo, desde la naturaleza, desde la simplicidad, la armonía y el descanso. Desde la paz. «¡sé olor!, / ¡sé color! / ¡Renace! / Renace / en la simplicidad, / en la armonía, / en el descanso». La estrofa cierra con el hecho existencial del tiempo, ya observado en el apartado uno. Tras el fluir del tiempo y el paso del río de Heráclito, solo quedan dos elementos: «solo la danza / y tú / llenan los infinitos». La eternidad del ser es su infinito movimiento como el poema que danza…

En este punto, recordé la pregunta existencial que se hacía el poeta Alfonso Cortés en su poema «La canción del espacio: —¿Tiempo, dónde estamos / tú y yo, yo que vivo en ti y / tú que no existes?». Y parodié: —¿Danza, dónde estamos / tú y yo, yo que vivo en ti y / tú que llenas el infinito?».
La tierra y la naturaleza como curación y purificación: versos 44-63
Desde la estrofa quince a la veinte, el sujeto lírico, vuelve con su invitación de danzar, pero propone un nuevo mecanismo que funciona como un acto de espiritualización de la naturaleza y la purificación del ser a través de los procesos de respiración: inspiración y espiración.

La inspiración es la fase de la respiración para inhalar aire del medio externo hacia el interior del organismo y obtener el oxígeno tan necesario para los procesos metabólicos. Esto es: proveer de vida al organismo… «Inspira suave, / lento, / el sabor de la tierra, / de la naturaleza». La espiración es la fase por la que el organismo desecha los gases residuales, especialmente, el dióxido de carbono, donde la presión intrapulmonar es superior a la atmosférica… «¡Espira!, / suelta lo contenido, / ¡arroja!, / ¡desata! / Todo vuelve a su lugar, / todo sentimiento / es libre, / ¡libéralo!».

Las fases de inspirar y espirar funcionan como un mecanismo de limpieza o de purificación corporal y espiritual del cuerpo y del ser. Las impurezas del ser y las corrupciones del cuerpo son liberadas por la tierra y la naturaleza. La Naturaleza es la gran purificadora a través del movimiento.
La danza, el movimiento, la cinemateca, la dinámica es vida en el ser: falta ser danza en equilibrio, armonía; dejarse llevar y danzar con la vida, el día, la noche, la flor, el árbol, la tierra, el río, el mar, el lago, el volcán, la cordillera, el sabor, el color, el gusto, el tacto, la poesía, la música…

La vida, el amor y la poesía: versos 64-72
Desde la estrofa veintiuna a la veintitrés, el hablante lírico, siempre desde una actitud lírica apostrófica que se dirige a un tú con función de apelativa, porque su propósito esencial es convertirlo en sujeto activo y persuadirlo de que danzar es ganar un amor nuevo, renovado, virgen, puro…
Las tres estrofas finales del poema centran la idea en que, si se danza, no solo habrá un amor renacido y limpio, sino que, si danzas, la movilidad es amor en la boca, en los ojos, en las manos… Esto es: la movilidad, es decir, la danza es poesía, porque la poesía es emoción y ternura.

En fin, ¡Danza!, es un hermoso y extraño poema de amor a la vida, cuyo centro luminoso es el movimiento generador de todas las energías. Dicho texto poético, forma y conforma toda una cruzada de vida a través de sus veintitrés estrofas y versos libres que giran y se mueven en su estructura. El poema propone la danza como tiempo y renovación del ser; la danza como lenguaje y misterio de los signos y las palabras para ganar nuevos sonidos y ritmos; la danza como el despertar de los sentidos a la vida; la danza, cuyo valor es la tierra, la naturaleza, la vida, el amor y la poesía.

¡Danza!, es el texto poético que se mueve dentro de su propio movimiento rectilíneo, armónico y complejo, que rota y traslada los valores de la vida y la poesía hacia adentro y hacia afuera como proceso de materialización y purificación poética y que a mí me gusta llamar poesía contundente. Y la poesía sugerente y contundente por su movimiento y su musicalidad es digna de ser leída, porque mientras leemos y gozamos del espíritu de las palabras, danzamos en una poética llena de signos vitales y poéticos que aceleran la diástole y la sístole de la poesía de Latidos.
Telica, León, Nicaragua, 09 de marzo de 2023.

En el siguiente enlace la poeta Teresa, presenta su poemario:

Sobre el autor:
Pedro Alfonso Morales Ruiz (Telica, León, Nicaragua: 13 de mayo de 1960): poeta, escritor, compositor y profesor de Lengua y Literatura con estudios en Literatura y Derecho en UNAN-León, Nicaragua. Ejerció la docencia durante 25 años y escribe desde los 15. Ha publicado 41 libros entre poesía, cuentos, novelas, ensayos, antologías, libros de textos y caligrafías.

Información:
https://panamapoetico.com/pedroalfonsomorales/
https://www.tinajaintercultural.net/?page_id=5549

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