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De la inspiración se habla hasta el cansancio. Que si es un flechazo, como el de Cupido. Que si es un destello, unas musas, unos magos, un milagro, una puerta, un ancestro, un espíritu travieso que, de repente, nos abre el camino de un hermoso texto o nos regala una llave o un mapa o una brújula hacia un asunto que se presta para nuestras aventuras literarias. En el contexto de escribir nuestra historia esa inspiración nos diría por dónde empezar o qué personajes son claves o qué lugares recrear o qué tesoro hay en nuestra memoria que sirva de cimiento para la narrativa. La inspiración es así de variada. Se revela con distinto disfraz y no puede negársele su enorme importancia. En mi caso, yo la siento como un empujón, un mandato, una claridad repentina que no sé (ni quiero saber) de dónde viene. Simplemente la agradezco y obedezco.
No obstante, en mi experiencia como escritora, he descubierto algo tan importante como la inspiración. Yo lo llamo “el factor ilusión”. La inspiración es el inicio: el seguir escribiendo compulsivamente hasta terminar una pieza debe atribuírsele al factor ilusión. En la medida que se avanza con el texto, uno quiere saber qué pasa si toma este u otro camino. Si introduce un diálogo o una digresión, si reordena unos párrafos. El factor ilusión es como una inyección de adrenalina. Además de acelerar el proceso, comienza a establecer una relación emocional entre el escritor y el material que produce. El factor ilusión es el camino (recorrido con entusiasmo) y también es la visión de la pieza final. Quiero completar mi pieza narrativa porque el factor ilusión quiere saber cómo queda. Quiere la satisfacción del deber cumplido, del deber bien cumplido. Y pienso que el factor ilusión está en casi todos los emprendimientos que exigen nuestra dedicación, paciencia y excelencia. Al cocinero no le molesta pasarse horas picando fino, vigilando cocimientos, revolviendo salsas, verificando condimentos, etc. porque lo mantiene y estimula el factor ilusión de ver sus viandas terminadas y de probar sus exquisiteces y de gozarse la expresión de deleite de sus comensales. Exactamente así funciona el factor ilusión en la literatura y eso explica las horas que pasamos en silencio lidiando con letras, palabras, significados, estructuras que expresen estéticamente nuestras emociones y pensamientos. El factor ilusión: nuestro amigo y compañero que merece un lugar en el paraíso al lado de la inspiración. De la mano con ella.
Eugenia Gallardo
20 de febrero de 2023
Raleigh, NC