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Julio César Pol
La lectura del poemario póstumo de Sonia “Chiqui” Rosa Vélez, Golpe de agua, me tomó de la mano al hogar de la mujer puertorriqueña. Leyendo a Sonia, entré al cuarto donde estaba la cuna de su hijo, a la sala donde se refugiaba de las hostilidades del mundo exterior. También, entré al cuarto donde vivió sus últimos días asediada por el cáncer.
En el cuarto de su hijo escuché de su boca las nueve nanas que recoge el libro. Estas nueve nanas son un sutil canto al amor y a los deseos de vida en que una madre envuelve a su hijo. Estas recogen la proyección de libertad con las que muchas madres infunden a sus hijos varones, el deseo de realizarse en la figura del hijo. En el poema Nanas para tu futuro Sonia dice: Quiero que tengas alas y que puedas mirar, el mundo para que luego me vengas a contar […]. En este poema busca otorgarle al hijo todas las libertades que le han sido tronchadas por las estructuras sociales y el miedo, las cuales ella quisiera para sí.
En la sala de su casa, donde se refugiaba del mundo leí lo que escribía en el sofá. En el poema La monja del callejón escribe: Se convirtió en monja de aquel callejón del que no salía por miedo a sentir. Desde aquella sala, mirando a la entrada del callejón, confrontaba su inconformidad con la apariencia de su cuerpo y su vida de servidumbre. Más adelante, en el mismo poema, se describe como: La monja gordita callada solita que llora muy sola. En el poema Camino en tus zapatos confronta su sed por alcanzar los estándares sociales cuando escribe: He tratado de vestirme de ti, caminar en tu vestido, vestirme de tu disfraz, pero soy mujer de sandalias, zapatos deportivos, ropa sin marcas, uñas mordisqueadas, carro viejo, y ropa interior blanca. Leo este poema y llego a los 1.2 millones de hogares en Puerto Rico, hogares imperfectos, donde una madre está balanceándose entre los sacrificios que ella hace por su familia y su necesidad de ser ella misma.
Al entrar a su cuarto, al cuarto de las miles de mujeres que sufren de cáncer en el seno, la escucho reflexionar sobre la brevedad de la vida, sobre la destrucción de su propio mundo con su muerte, sobre el futuro de la persona amada. En el poema Testamento, que dedica a Eliud se despide del amor diciendo: Cuando muera, guarda un retrato de la novia que te dijo que sí, un seis de enero vestida de blanco. También en el poemario presenta la confrontación y la entrega a Dios que experimenta una persona condenada a una muerte lenta y dolorosa. En el poema Pedir para recibir nada ella nos dice: Y quizás mi buena amiga me llame a venderme su teoría del Dios que no prometió nada y, que a palos te vuelve en una pulpa deprimida de obediencia […]. En el poema final del libro, también habla sobre su experiencia de fe al final de su camino, cuando dice: Lo escucho respirar, pero está tan oscuro que solo puedo agarrarme del bastón que Él usa para mantener en orden a sus ovejas […].
Del poemario de Sonia me llaman la atención su ritmo y su timbre -no hay poesía sin musicalidad. Sonia fue pianista y directora musical, y a lo largo de su poemario, eso se siente. También me llama la atención el detalle en la descripción de su experiencia como ama de casa. Aunque Sonia estudió una maestría en Estudios Hispánicos, su tesis fue más bien una tesis en Antropología (i.e., Los mitos taínos, espejo de los mitos de América). Su vocación de documentar la experiencia humana como madre y como mujer desde en la diáspora también se plasman en esta colección de poemas. Otro punto que es importante destacar es que quien realiza el trabajo de recolección y edición de los poemas es su hermana, la Dra. Mariam Ludim Rosa Vélez. La sororidad (sororidad de sorela o hermana) que sostiene este libro, se siente de tapa a tapa. El libro me acordó mucho la relación de Julia de Burgos con su hermana Consuelo. Enhorabuena por el poemario de Golpe de agua, de Sonia “Chiqui” Rosa Vélez, publicado por Ediciones EnSerio y su celebración a la vida de la mujer puertorriqueña.