Al igual que la conmemoración de todas las celebraciones en el mundo, el día del padre tiene su génesis en una idea de una o varias personas y de un contexto específico. En 1910, una mujer del estado de Washington, quien fue criada por su padre junto con cinco hermanos, propone el día del cumpleaños de su progenitor «5 de junio», para rendir homenaje a esta figura, como un tributo a la dedicación, amor y cuidados que brinda a sus hijos; es hasta 1924 cuando el Presidente Calvin Coolidge, lo declara como celebración nacional, pasando setenta y dos años para llegar a nacionalizarse (1996), estando en la presidencia Lyndon Johnson, quien se encargó que quedara estipulado en las efemérides nacionales para el tercer domingo de junio.
Este homenaje y reconocimiento, así como la fecha designada fue adoptada con beneplácito por la mayoría de los países, no obstante, al no ser una conmemoración mundial, en otros lugares, se difiere en las fechas.
Al ser un evento de reciente creación, se ha ido inmiscuyendo en su práctica, no solo socialmente, sino en la reflexión familiar de lo que implica ser o tener un padre en la vida del ser humano. Por el solo hecho de ser una figura de apego inmediata en el núcleo primario, puede vislumbrarse el efecto psicológico y emocional que desempeña en la vida de quienes le rodean.
Esta representación paterna ha tenido algunos cambios en el devenir del tiempo; tradicionalmente, era visto como la máxima autoridad del hogar, la persona encargada de trabajar y llevar el sustento para la manutención; la figura de respeto y gobierno a quien se debía obedecer, siendo también el encargado de tomar las decisiones en cuanto a la crianza de los hijos.
A medida que la mujer ha ganado terreno en el reconocimiento e igualdad de género y ha salido de la vida privada para incursionar en la vida pública, este rol se ha ido adecuando; los padres se involucran más desde el proceso de gestación y al momento del alumbramiento; cargan, cambian y alimentan a los hijos, se encargan de tareas del hogar que antes eran específicas para las mujeres, asisten a reuniones escolares, es un generador de vínculos de amor, propiciador de diálogos y acercamientos, una fuente de ayuda emocional, afectiva y de protección, quien ejerce junto a su pareja una disciplina positiva, que marca límites y reglas, conservando su status de autoridad, pero compartida y democrática.
En la medida que ahondamos sobre la búsqueda de una temática determinada nos encontramos que hay una infinidad de literatura al respecto. Me permito citar breves fragmentos de algunos de estos, con la finalidad de encontrar otras visiones y perspectivas.
El poeta argentino Héctor Gagliardi escribió “Poema al padre” que a la letra dice:
…Hoy te quiero preguntar,
por qué motivo las madres amenazan a sus hijos
con ese estribillo fijo de “¡ah cuando venga tu padre!”
y con tu padre de aquí, y con tu padre de allá,
resulta de que al final, al verme llegar a mí,
lo ven entrar a Caín y escapan por todos lados.
Y yo que vengo cansado de trabajar todo el día,
recibo de bienvenida una lista de acusados,
tú empiezas con tus quejas y yo tengo que enojarme,
igual que hacía mi padre al escuchar a mi vieja…
Como seres imperfectos, cometemos errores constantes, como el caso mencionado por el poeta, donde el padre se presenta como el ejecutor de castigos.
José Tcherkaski, poeta, escritor y compositor argentino de la melodía “Mi viejo”, misma que en 1969 consolidó la carrera artística del cantautor argentino Piero Antonio Franco, ha logrado trascender el tiempo y el espacio, voz, ritmo, melodía y sobre todo la letra, es un homenaje al padre por su hijo:
Es un buen tipo mi viejo
que anda solo y esperando
tiene la tristeza larga
de tanto venir andando
Yo lo miro de desde lejos
pero somos tan distintos
es que creció con el siglo
con tranvía y vino tinto
Viejo, mi querido viejo
ahora ya caminas lento
como perdonando el viento
Yo soy tu sangre, mi viejo
soy tu silencio y tu tiempo…
El poeta mexicano Juan de Dios Peza (1852-1910) entre su gran legado dejó este poema pletórico de amor, gratitud, respeto y veneración para su progenitor:
Mi padre
Yo tengo en el hogar un soberano
único a quien venera el alma mía
es su corona de cabello cano
la honra es su ley y la virtud su guía
Mi padre tiene en su mirar sereno
reflejo fiel de su conciencia honrada;
¡Cuánto consejo cariñoso y bueno
sorprendo en el fulgor de su mirada!
Como amante de la poesía, plasmo aquí mi contribución, pensando en ese amor que la vida me arrebató siendo una niña; crecí carente de esa importante figura, buscándola incesantemente en los varones que había en mi entorno familiar; crecí hurgando en los fragmentos de memoria, para reconstruir eventos episódicos que me permitan conservar esos retazos del recuerdo.
Padre
Autora: Cuquis Sandoval Olivas
Figura borrosa
difuminada en el devenir del tiempo
conversaciones truncas
monosílabos silenciosos
Sonrisas atrapadas
teñidas con pincelazos de recuerdos
amor zurcido de retazos
buscando resarcir fragmentos
Aprisionar los instantes
que han sobrevivido
en los recovecos intangibles
de diálogos y del pensamiento
Padre,
un día
su paso cansado
y cuerpo marchito
no alcanzaron a vislumbrar
otro nuevo amanecer
Llegando a la línea
finita del tiempo
Despojándose
del ropaje terrenal
Y nosotros… sus hijos
debimos aprender:
a crecer y vivir sin su presencia
a venerar la imagen
rescatada de una fotografía
y abrazar una tumba fría
Padre,
hueco que nadie más puede llenar
vacío y soledad
que dejó en sus hijos
vestidos de orfandad
Padre,
bendito sea su recuerdo
descanse en paz
en la eternidad.