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Cada vez más los gobiernos trabajan sobre la incongruencia . Desde el pasaporte COVID , así como la vacunación y otras medidas restrictivas y más después de estas fiestas se pone en tela de juicio lo que para algunas personas debería ser obligatorio y para otros no.
¿Qué ocurriría con aquellos personas sanitarias que no quieran vacunarse o aquellos que trabajen en personas como profesores ? ¿Habría que penalizarlos? ¿El despido se podría considerar? ¿Eso podría llegar a vulnerar los derechos humanos como “Todas las personas tienen derecho a la vida, la libertad y la seguridad” , “ Todos los individuos gozan de derecho a la libertad de opinión y expresión”?
Se habla de personas hospitalizadas sin vacunación pero no se dice que un 40 % son personas vacunadas y que han vuelto a contagiarse, entonces ¿Porque interesa generar esa guerra silenciosa entre vacunados y no vacunados?.
Los no vacunados son considerados como apestados pero si se hacen analíticas completas y se comprueba que tienen anticuerpos superiores a los que pueden proporcionar las vacunas ¿Deberían vacunarse? ¿Cómo gestionar estos temas sin generar división en la sociedad?.
Hoy, la realidad es que la crisis económica y sanitaria ha dado lugar a situaciones sumamente graves y contradictorias. ¿Hay otros motivos que no se nos dicen? ¿Quién se siente capacitado para manejar estas situaciones tan complejas? ¿Deberíamos seguir en silencio y ciegamente a los líderes y vendarnos los ojos y silenciar nuestras opiniones? Pregunto
¿Tenemos que renunciar a todos al final? ¿Tenemos que aceptarlo como lo están haciendo otros países?
La respuesta no es sencilla, pero hay que admitir que nadie tiene la verdad absoluta, ni la razón, en algo que, a mi juicio, deja sobre la mesa muchas interrogantes e innumerables absurdos.