Las reuniones entre iguales eran necesarias para llegar a puntos de convergencia y dejar asentado de forma legal su inserción en el mundo. Previamente, se les solicitó redactar sus ponencias para presentar ante el congreso. Quien presidía la asamblea, llegó ataviado con toga y mazo en mano, como símbolo de autoridad. Se escucha un golpe seco sobre el escritorio de madera y el silencio invade el recinto. Su voz se elevó para llegar a los oídos de todos los asistentes y el escribano se aprestó a tomar los apuntes pertinentes.
―Estimadas cualidades, ―dijo, ― su nombre alude a los rasgos y atributos diferenciados que les caracterizan, por lo que solicito se agrupen por familias. De forma respetuosa se reunieron en mesas de trabajo los valores sociales, espirituales, personales, éticos, culturales entre otros más; nombrando un moderador por mesa y se aprestaron a iniciar con los trabajos solicitados.
Muchos integrantes, no distinguían la mesa en la que debían participar, por lo que la prudencia, que fungía como secretaria del congreso, les asignó un espacio tan amplio, como su número lo requería. Recibieron el nombre de “antivalores”, quienes poseían cualidades negativas y conductas antimorales que deshumanizan y degradan a la persona que las ejerce. Cada una, hacía gala de representar al atributo de su nombre: la violencia tenía un gesto adusto, los puños crispados y estaba lista para repeler cualquier ataque. La discriminación, se sentía superior a todos los asistentes y gustaba de mirarlos por el rabillo del ojo; la hipocresía, traía puesta la máscara que ocultaba su rostro, la infidelidad, lanzaba miradas coquetas e insinuantes; la indiferencia, parecía que nada le interesaba, que solo estaba en ese espacio porque no había encontrado algo mejor que hacer; algunas cualidades que hasta ese momento no tenían nombre propio asignado, acudieron con la gramática para que les bautizara, de esa manera, se utilizaron los antónimos: del amor, el odio, de la verdad, la mentira, de la armonía el caos, de la riqueza, pobreza, de la paz la guerra, etc., además de algunos prefijos. “impuntualidad”, “deshonesto”, “impunidad”, “injusticia”, “imprudencia”, “inequidad”, y por más que la gramática deseaba terminar, la larga lista de cualidades en espera de nombre, parecía no tener fin.
Tras varias horas de debate, cada mesa nombró un representante que expusiera sus trabajos, quedando la participación de la siguiente manera: Una cualidad positiva y una negativa, tras escuchar los argumentos, la asamblea, guiada por la cordura, tendría el poder de votar y decidir por las cualidades predominantes que debía asistir a la representatividad universal.
Dentro de los valores socioculturales que son inculcados desde el núcleo familiar estaban: la religión, el patriotismo, el respeto a las tradiciones, entre otros más. En la mesa de los valores éticos, estaban la responsabilidad, la solidaridad, la justicia, la honestidad y la libertad. después de una exposición extraordinaria, las cualidades negativas empezaron a puntualizar y a discrepar sobre lo anteriormente expuesto.
Finalmente, la duda, quien moderaba las participaciones, precisamente, porque antes de aceptar un hecho, gustaba que pasara por el escrutinio y tela de juicio de argumentos que hacían tambalear a cualquiera. Expuso sus razones: ―Después de escucharles atentamente he llegado a la conclusión que las cualidades varían en su percepción y adopción de acuerdo al tiempo, forma y personaje que lo ejerce. Hay religiones que fomentan el odio, la muerte, el asesinato, el suicidio, todo en nombre del amor a un Ser supremo y la recompensa de la vida eterna en el edén prometido. Las verdades son relativas en el mundo, cada nación las mira con una lupa diferente; a pesar de que han nacido tantos organismos encargados de preservar la armonía, la paz y la alegría, el libre albedrío y el ansia de poder del ser humano le ha llevado a transitar por caminos de incertidumbre y dolor. ―Suspiró un momento y continuó: la prosperidad inequitativa de unos cuantos, la pobreza extrema de la mayoría, el progreso a consta de la destrucción de los hábitat y ecosistemas. ―Y continuó con su sombrío discurso tratando de encontrar la luz del discernimiento.
La cordura, quien siempre se ha caracterizado por su templanza y seguridad, solicita la palabra y se dirige a la audiencia: ― Los polos existen como punto de equilibrio, las cargas positivas y negativas se repelen o se atraen; la balanza puede cambiar con acciones y hechos concretos. Nosotros como cualidades, solo existimos en la medida que se nos adopta; no solo somos palabras con nombres de valores o antivalores, ¡somos acciones, espejos, reflejos, ríos que transitan hasta llegar a los mares; vientos que traspasan continentes, ¡podemos construir o destruir! Nuestra misión es llegar a las conciencias individuales y colectivas para que llenen nuestro planeta con valores éticos, morales y universales. La audiencia se puso de pie para ovacionar sus palabras y se procedió a la clausura del evento.
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