Son mis manos alondras prisioneras,
Son mis ojos golondrinas viajeras,
cuervos feroces anidan en mi mente y
mil ruiseñores duermen en mi corazón.
No tengo voz se ha convertido en canto;
no tengo brazos: ahora me crecen alas.
Puedo volar y los cuervos me amenazan…
arrastrando voy los pies sin esperanza.
Sueño con laberintos de terciopelo,
bosquejo rutas infinitas de escape.
Los cuervos despiertan, me atrapan al vuelo:
sus graznidos son fuertes y me infunden miedo.
Los ruiseñores languidecen en mis venas:
los miro indiferente y sin compasión.
Lanzo al viento triste e infinita mirada,
los de plumas negras me vigilan sin razón:
¡Aunque tengo mis alas, estoy encadenada!