Y pasas la vuelta,
subes con miedo tu escalera de pájaros.
No ha llovido, desde que tus ojos nos deambulan
y tu cielo es implacable.
Es la colina de tus propias manos.
Algo nos va anocheciendo
y fundidos de vueltas acompasamos el paso
-alma y hombre rivales, mirándose siempre-
Fue un solo día donde nunca hubo alguien
y fue, un día hermoso, vaso desnudo entre alturas.
Pude comer con los invisibles
y el vino servido era el seco vitral de los escapes;
no hacia falta el amor para tanta abundancia.
Sin embargo, quiero escucharte con esta música
mojar tus evangelios para cuando llegue esta sed
donde naceremos otra vez, sin dios, y sin vestidos.
Nos detendremos
inventando la costumbre en el filo del gozo
la tierra estará rebelde
y siempre de noche, nos imitaremos corredores
en una luz de alba
para que nadie mienta.
Marioantonio Rosa. 2020