Qué razón tenía mi padre cuando decía que los años nos perdonan, ni la juventud es eterna. Hoy me siento inútil y vieja, aclaró que no es a causa de la artritis que me paraliza las piernas, ni tampoco por mis espejuelos con la graduación similar al fondo de botellas.
Mi familia no se ha percatado, pero yo los observo atenta. Se supone que la tecnología y ciencia nos hace la vida sencilla y plena, para que con el tiempo extra, disfrutemos de un buen café, una charla o una novela.
Hoy mis hijos y nietos viven conectados a un objeto metálico que al emitir un sonido extraño, corren a revisarlo, ignorando a esta vieja con la que solían hacer galletas.
Mi familia cree que mi cerebro está fallando, solo porque no memorizo las funciones de los electrodomésticos. Acepto, que estos aparatos son más complejos que los de mis tiempos, donde las licuadoras y lavadoras solo tenían tres botones. Uno para encender, cambiar la velocidad y otro para apagar.
Amo cosas de la tecnología como el poder ver a mis nietos por Skype y con el GPS sin preocupaciones ir de aquí para allá. Al final la ciencia se encarga de innovar y que día a día conozcamos más inventos que nos sorprenderán. Pero me entristece que mis nietos no saben jugar en los árboles ni utilizan su imaginación para crear, pues son google y YouTube quienes los ayudan a explorar.
Pero qué puede decir una vieja, más que la ciencia es básica para el desarrollo de la humanidad, pero un verdadero problema si no la aprendemos a manejar. Pues lo que realmente vale en la vida es aquello que el dinero no puede comprar.
Que puedo decir ante el gran talento de esta mujer, una gran soñadora y amante de su familia.
Mis mejores deseos para quien sigue sus metas, bravo!!!! Eres admirable!!
Excelente artículo mi querida Esmeralda… me encantas todo lo que escribes… Vi literalmente a tu suegra (mi mamá) mientras leía el artículo
Me encanto tanto que lo comparti,felicidades
Sentí las palabras y me pareció ver a mi madre. Hermosa reflexión!!!